Inventos españoles que cambiaron el mundo

¿Sabías que el logo de Chupachups es un dibujo de Salvador Dalí? ¿Qué tiene que ver un bombardeo de la Guerra Civil con la creación del futbolín? Aunque algunos inventos españoles consistan en “poner palos”, no todos son así… Conoce más curiosidades sobre inventos e inventores españoles en este artículo.

Imágenes de inventos españoles, como el chupachups (y su logotipo y Salvador Dalí), una sopa de letras, un sacapuntas de oficina, un traje de astronauta, una fregona y un cubo y una jeringuilla desechable.
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Otros países cuentan con días del inventor propio, más allá de la jornada internacional del 9 de noviembre. Sin embargo, ese no es el caso de España.

Vamos a presentar a algunos candidatos que podrían tener ese honor gracias a algunas creaciones que de origen español han alcanzado todos los rincones de la tierra como lo han hecho otros grandes inventos de la historia de la humanidad.

Fregona y jeringuilla desechable: Manuel Jalón

No sin polémicas sobre la autoría, aunque los tribunales le han reconocido como tal, el riojano afincado en Zaragoza Manuel Jalón (1925-2011) es considerado como el inventor de la fregona.

La Oficina Española de Patentes y Marcas recuerda que “existen docenas de patentes previas que describen la idea de fregar con fibra pegada a un palo que se escurre en un cubo”, aunque reconoce que los modelos patentados por Jalón entre 1957 y 1964 “adquirieron merecida fama y extensivo uso”.

Este ingeniero y oficial del Ejército del Aire observó en una estancia en Estados Unidos cómo en los hangares militares se limpiaba el suelo con una mopa plana y un cubo con rodillos, origen de su invento.

Otra invención de Jalón es también la jeringuilla desechable, un gran avance en el mundo de la medicina que en 1975 vino para ayudar a superar las dificultades que presentaban las que llevaban utilizándose toda la vida de cristal.

Chupachups: Enric Bernat

El chupachups es un invento español que nació en 1958 conocido como Gol, llamándose simplemente Chups en 1960, aunque a partir de 1963 pasó a su actual y archiconocida denominación gracias a un jingle publicitario.

Enric Bernat (1923-2003) provenía de una familia de pasteleros y en 1958 lanzó un caramelo unido por un palo con el aliciente de que quien lo consumiera no se manchara las manos con el dulce.

Como curiosidad, el logo de la compañía data del año 1968 y su responsable fue el artista surrealista Salvador Dalí, quien tardó menos de una hora en realizar el diseño.

El éxito de este caramelo en el ámbito mundial supera su presencia en prácticamente todos los países de la tierra (oficialmente, ya estaba presente en 164 países en 1990, según datos de la propia compañía). Y es que en 1995 alcanzó el hito de ser el primer caramelo en consumirse en el espacio: concretamente, por los astronautas rusos de la estación MIR.

Sopa de letras: Pedro Ocón de Oro

Pedro Ocón de Oro (1932-1999) es el responsable de la creación de nada más y nada menos que 600.000 pasatiempos.

Entre ellos, la sopa de letras, una famosa cuadrícula rellena por letras diversas con las que formar palabras. Sin embargo, hay teorías que otorgan al estadounidense Norman E. Gibat la invención de este popular juego. Como ninguno de los dos lo patentó, no hay una resolución oficial sobre la autoría.

En cualquier caso, creador de jeroglíficos, crucigramas y demás juegos similares publicados en libros específicos o en el diario ABC, este madrileño mostraba incluso gráficamente de dónde sacaba la inspiración para estos pasatiempos. Respondía a la pregunta de cómo se le ocurrían con una simpe letra “u” negra sobre un fondo blanco, un juego de palabras de que hay una “u solamente” con la que quería decir “uso la mente”.

Futbolín: Alejandro Finisterre

El gallego Alejandro Campos (1919-2007), más conocido como Alejandro Finisterre al haber nacido en esta localidad coruñesa, es el creador del futbolín.

El curioso origen se encuentra en la Guerra Civil, puesto que tras quedar sepultado después de un bombardeo sobre Madrid en 1936 y quedar herido, vio que mucha gente estaba en esa misma situación, e inspirado por el tenis de mesa, creó junto a un amigo carpintero el futbolín.

El invento fue patentado en 1937 en Barcelona, aunque no pudo dedicarse a su comercialización debido a su afinidad con el bando republicano y a que con el triunfo franquista hubo de exiliarse.

Precisamente a la vuelta del exilio décadas después, Finisterre quedó sorprendido de la aceptación y popularidad con la que contaban estos pequeños futbolistas insertados en unas barras.

Como curiosidad, Finisterre inventó también el primer pasahojas de partituras que funcionaba con el pie, idea que desarrolló para una pianista de la que estaba enamorado.

Grapadora de mesa: Juan Olave y Juan Solozábal

Aunque el origen de la grapadora se sitúa en el siglo XVIII en la Francia de Luis XV, y fue patentada en 1866 por el estadounidense George W. McGill en 1866, perfeccionándola él mismo y reduciendo el tamaño, así como añadiendo una tira de grapas que no necesitaba recarga después de cada uso, en 1879.

Siguiendo la estela de las patentes de McGill, dos empresarios vascos de la industria armamentística, Juan Olave y Juan Solozábal, viraron hacia la fabricación de material de oficina.

Los modelos de oficina de la grapadora nacieron con el nombre de “cosepapeles” aunque sus creadores no perdieron sus orígenes en el mundo de las armas, puesto que declaraban que “una grapa debería desfilar por la grapadora con la misma precisión que una bala por el cañón de un revólver”.

Sacapuntas de manivela: Ignacio Urresti

Con origen en la misma fábrica en la localidad guipuzcoana de Éibar de El Casco que Olave y Solozábal, en 1945 Ignacio Urresti diseñó un afilalápices (conocido también como sacapuntas, tajalápices o tajador) a manivela. Un aparato con más de un kilo de peso y que fue copiado en todo el mundo, siendo el origen de los sacapuntas de sobremesa.

Sin embargo, la primera patente del sacapuntas se atribuye al matemático francés Bernard Lassimone, en 1828. Casi 20 años después, el noble francés Thierry des Estivaux desarrolló el primer sacapuntas de mano, formado por un tubo, un cono y provisto de una cuchilla.

Traje de astronauta: Emilio Herrera  

El traje de astronauta, imprescindible en el devenir de la carrera espacial, tiene su origen en 1935 a cargo del ingeniero militar y aeroespacial granadino Emilio Herrera Linares (1879-1967).

Este antecedente del traje espacial estaba presurizado y era conocido como escafandra estratonáutica, e iba a ser probada en un traje estratosférico en un globo aerostático.

Sin embargo, el inicio de la guerra civil española truncó ese vuelo. Como curiosidad, no es la única vinculación con la contienda, puesto que Emilio Herrera incluso fue presidente del gobierno republicano en el exilio durante un breve espacio de tiempo.

Pero volviendo al traje, contaba con una funda hermética con un armazón metálico articulado con unos pliegues parecidos a un acordeón para hombros, codos, rodillas, dedos y cadera.

Este enamorado de la aviación ya había hecho historia en 1914 al volar junto a José Ortiz Echagüe por primera vez sobre el estrecho de Gibraltar en un trayecto entre Tetuán y Sevilla, el primero realizado entre Europa y África. 

La calculadora y teleférico: Leonardo Torres Quevedo

El cántabro Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) es uno de los grandes nombres de los inventos en España, incluso vinculado al mundo de la robótica al haber creado en 1912 un autómata capaz de jugar al ajedrez.

Incluso en las Cataratas del Niágara un transbordador de su creación da servicio desde 1916 cruzando personas por encima del agua. De hecho, el nombre es Spanish Aerocar.  En la actualidad, es el teleférico más antiguo del mundo en funcionamiento, y cuenta con la curiosidad de que, si bien sale y llega desde suelo canadiense, en su recorrido cruza cuatro veces la frontera entre este país y Estados Unidos.

Unos años antes, Torres Quevedo había sido pionero con el primer teleférico destinado al transporte de pasajeros. Concretamente, fue inaugurado en 1907 en San Sebastián.

Este reputado inventor también es el responsable de un aparato llamado aritmómetro electromecánico, una máquina de calcular de tecnología electromecánica, la primera de su tipo y presentada en 1920. Aunque es cierto que existen otras máquinas de calcular previas, la de Torres Quevedo se considera la pionera de la automática utilizada en la actualidad.

Máquina de rayos X portátil: Mónico Sánchez  

Mónico Sánchez (1880-1961) fue un inventor e ingeniero manchego conocido por haber creado en 1909 un aparato portátil de rayos X y corrientes de alta frecuencia.

Afincado en Estados Unidos desde 1904, Sánchez inventó este aparato que pesaba 10 kg frente a los 400 de los aparatos tradicionales. Este dispositivo alcanzó una gran popularidad en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Desde sus orígenes humildes en el pueblo ciudadrealeño de Piedrabuena, Sánchez alcanzó tal nivel de fama que en Nueva York le permitió codearse con Edison y Tesla.

Después de haber hecho las Américas, en 1912 volvió a España como un emprendedor y empresario de éxito.

Autogiro: Juan de la Cierva

El murciano Juan de la Cierva (1895-1936) es el responsable de la creación del autogiro, un aparato volador precursor del helicóptero.

Tras investigar numerosos fundamentos del rotor, De la Cierva hizo que el autogiro volara más de 200 metros en 1917 y un año después ya consiguió materializar un viaje entre los aeródromos de Getafe y Cuatro Vientos, en Madrid capital.

Sin embargo, el desarrollo y perfeccionamiento del helicóptero hizo que el autogiro cayera en el olvido.

Submarino eléctrico: Isaac Peral

El cartagenero Isaac Peral (1851-1895) es el responsable de la creación del primer submarino torpedero a propulsión eléctrica.

Botado en 1888 en la localidad gaditana de San Fernando, el conocido como Submarino Peral contaba con una autonomía de 66 horas y un radio de acción de 284 millas náuticas (equivalente a 511 kilómetros).

Este primer submarino propulsado con baterías supuso una gran innovación a finales del siglo XIX y abrió las puertas a los submarinos del siglo XX.

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