Fibra óptica: conectividad ecológica y para todos

La fibra óptica comparte espacio con la red móvil de última generación, y es capaz de llevar la conectividad a aquellas zonas donde la cobertura es baja. Una red fija que lucha contra la brecha digital y cuida del medioambiente, conectando a las personas con el planeta.

Tiempo de lectura: 5 min

Gracias al esfuerzo realizado años atrás, España cuenta con la red de fibra más extensa de Europa y es una de las más avanzadas en cuanto a comunicaciones móviles de última generación en el mundo, donde destaca el despliegue de la red 5G de Telefónica en el país que alcanza el 80% del territorio. Esto ha permitido que, a pesar del impacto de la pandemia, España haya sido el único país que no ha tenido problemas en su red.

La fibra óptica tiene una gran importancia en las infraestructuras de conectividad y sigue siendo ahora tan innovadora como hace años. De momento nadie sabe cómo será el futuro, solo que será digital y conectado, pero para ello es necesario garantizar el acceso a internet y a los servicios online. En la actualidad la fibra óptica y las redes móviles conviven en perfecta armonía ya que cada una aporta una serie de ventajas, y dan respuesta a las necesidades de usuarios domésticos y de empresas, tanto públicas como privadas.

Tanto es así que el número de conexiones de fibra óptica hasta el hogar (FTTH) superó los 11,9 millones de líneas a finales de abril de 2021, según los datos referentes al mercado de las telecomunicaciones ofrecidos por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, CNMC. Unas cifras que suponen un aumento 1,4 millones de líneas FTTH frente a la pérdida de 0,7 millones de líneas con tecnología DSL, respecto a abril de 2020.

Conexiones fijas en el mundo

En la última edición del Informe de Sociedad Digital en España 2020-2021 publicado por Fundación Telefónica, queda claro que, aunque el servicio de comunicaciones que ha vivido un mayor crecimiento es el de banda ancha móvil, la penetración de la banda ancha fija mantiene de manera global una tendencia positiva, ya que entre 2018 y 2019 aumentó casi un punto, llegando a las 14,8 suscripciones por cada 100 habitantes, mientras que en los primeros seis meses de 2020 ha alcanzado los 15,2. Esto se traduce en un total de 1. 178 millones de suscripciones.

La red fija ha sido una herramienta fundamental para llevar la conectividad a poblaciones con baja cobertura, lo que permite minimizar la brecha digital, ofreciendo servicios de comunicación de muy alta velocidad y calidad. A través de la fibra óptica, estas zonas ya disfrutan de una red de banda ancha capaz de transmitir una gran cantidad de datos, con una navegación estable y sin interferencias, manteniendo la privacidad de la información transmitida y ampliando la cantidad de dispositivos conectados a la red.

Entre todas estas características, la velocidad de transmisión de datos de la red fija es la que más destaca y se convierte en puerta de acceso a esa conexión de banda ancha ultrarrápida del futuro junto al 5G. Y es que, en 2020 ingenieros de la University College London consiguieron batir el récord de velocidad de transmisión de datos alcanzando los 178 terabits por segundo, es decir, 178.000.000 megabits por segundo. Una prueba que se realizó con unas condiciones especiales, pero que en el futuro podrían replicarse en la fibra ya existente.

Del cobre a la fibra

Pero la fibra tiene otras muchas ventajas ligadas al cuidado del medioambiente. Hay que tener en cuenta que tras la presentación de teléfono de Graham Bell en 1876, las líneas telefónicas se han ido montando con cable de cobre hasta la irrupción del ADSL en 1999.

En España se fundaba la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) el 19 de abril de 1924. Desde entonces hasta el comienzo de la comercialización de la nueva red ADSL, el país contaba con unos 20 millones de clientes de cobre.

Ya en 2005 Telefónica comenzó la transición hacia la fibra óptica hasta el hogar (FTTH) con un programa piloto en la población madrileña de Pozuelo de Alarcón. Estas pruebas alcanzaron una velocidad de bajada de 50 MBps y fueron el preludio de la comercialización de esta tecnología a partir de 2008. En la actualidad Telefónica es la operadora con la red de fibra óptica más grande de Europa y una de las mayores del mundo.

La opción más respetuosa con el medioambiente

Los equipos de fibra óptica requieren siete veces menos consumo energético por cliente para transmitir respecto al cobre. Esto requiere menos climatización ya que produce menos calor, lo que finalmente significa una reducción de emisiones de CO2.

Además, esta nueva tecnología genera menos incidencias. La red de fibra tiene un 50% menos fallos de red que la de cobre lo que se traduce menos desplazamientos para reparaciones, menos consumo energético y, por lo tanto, menos emisiones de CO2.

Otro factor muy importante se centra en el desmantelamiento de la red de cobre que ha impulsado el reciclado del cobre para otros usos, así como la economía circular. Por un lado. el cobre es un metal de gran valor en el sector industrial y puede disfrutar de una segunda vida. Por otro lado, los equipos de las centrales que daban el servicio al cobre y que ya no se pueden reutilizar, se reciclan también. Estos equipos tienen piezas cuya composición incluye hasta once metales distintos como oro y plata, y otros especiales como cobalto, indio y antimonio, necesarios para la fabricación de semiconductores.

Por último, la fabricación del cable de fibra óptica es mucho más respetuosa que la obtención del cobre. Estos cables, cuyo grosor equivale al de un cabello, están compuestos de finísimos filamentos hechos de vidrio o plástico.

Otro ejemplo de cómo la innovación pone al servicio de las personas soluciones cada vez más sostenibles.

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