Competencia, competitividad y bienestar del consumidor: un nuevo pacto

Es crucial revitalizar el caso de negocio empresarial en Europa, con una revisión de la interacción entre la política de competencia, el enfoque regulatorio, la competitividad, la innovación y el bienestar del consumidor. Es el camino para la formulación de un nuevo acuerdo que sirva mejor los intereses de los ciudadanos, empresas y la economía en su conjunto.

Competencia, competitividad y bienestar del consumidor - un nuevo pacto
Juan Montero

Juan Montero Rodil Seguir

Tiempo de lectura: 8 min

Durante el MWC24 de Barcelona, Telefónica y otros operadores europeos compartieron sus perspectivas sobre competencia, competitividad y regulación, fundamentadas en su sólida experiencia en la región. Los operadores europeos ofrecemos mucho más que conectividad básica: redes de alta capacidad, aplicaciones habilitadas para 5G, expertise técnico, soluciones digitales innovadoras, un alcance amplio y colaboraciones estratégicas que impulsan la transformación digital y verde de la sociedad.

En resumen, los operadores proporcionamos conectividad y servicios digitales que benefician a todos los sectores, impulsando la eficiencia industrial, la innovación, el crecimiento económico, la competitividad y, en última instancia, el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, es fundamental que el sector sea económicamente sostenible para seguir cumpliendo estos objetivos.

El estado de las comunicaciones digitales y la industria europea, y la necesidad de reconstruir el caso de negocio para favorecer la inversión y la innovación en Europa

No obstante, la brecha tecnológica transatlántica es innegable y el estado de las comunicaciones digitales en Europa es desalentador, como muestran las cifras del informe de la ETNO. En nuestro siguiente post incluiremos algunos datos en forma de preguntas y respuestas sobre la brecha de conectividad entre Estados Unidos y Europa, que responden a ciertas afirmaciones erróneas realizadas al respecto.

Incluso el reciente White Paper de la DG CONNECT de la Comisión Europea sobre «How to master Europe’s digital infrastructure needs?» reconoce los retos de la infraestructura de conectividad europea, las necesidades de inversión y la situación financiera crítica del sector de las comunicaciones electrónicas de la UE.

La industria europea se enfrenta a un reto, no sólo en el sector de las telecomunicaciones, sino en su conjunto, como muestra el Informe ERT de Competitividad y Evaluación Comparativa de la Industria 2024 «Rebuilding Europe’s business case, working against the clock«, presentado el 18 de marzo.

Europa tenía un caso de negocio que funcionaba. Con la ampliación de la competencia mundial y la doble transición en una fase crítica, ese caso de negocio ha empezado a desmoronarse. Y ahora hay que reconstruirlo. Si no, estaremos ‘fuera del negocio’

Tal como señala el informe, Europa necesita abordar las barreras que la están frenando, entre otras, revisando el marco regulatorio y el enfoque de la política de competencia, y reconstruir el caso de negocio empresarial para favorecer la inversión y la innovación.

Innovación “made in Europe

La innovación es fundamental para el crecimiento económico, y ningún responsable público puede permitirse ignorar el impacto de sus políticas regulatorias o de competencia. En Europa, el reto va más allá de la protección de derechos digitales que establece guías para la innovación europea o extranjera, o de la profundización de la Unión de Mercado de Capitales, o la necesaria adaptación de las leyes sobre quiebras, o incluso de la disponibilidad de talento.

Las políticas de regulación y de competencia pueden aumentar los costes de cumplimiento y, todavía más importante, cuando son desproporcionadas, también pueden inhibir el desarrollo de propuestas innovadoras o su introducción en el mercado y desarrollo a gran escala. Y adicionalmente puede desincentivar la cultura de innovación que existe en países con un modelo regulatorio «market-driven» como EE.UU. (en contraposición a una cultura orientada al cumplimiento, en un mercado regulado de forma prescriptiva y detallada).

Un nuevo acuerdo para servir mejor a los ciudadanos, las empresas y la economía en su conjunto

La interacción entre la política de competencia, el enfoque regulatorio, la competitividad, la innovación y la búsqueda del bienestar de los consumidores es objeto de debate.

La política industrial, regulatoria y de competencia no pueden considerarse en el vacío o de forma aislada. Los responsables políticos tienen un papel crucial que desempeñar para respaldar la economía en su conjunto: permitir mercados competitivos en los que la competencia pueda prosperar, pero también apoyar el crecimiento, la innovación y la inversión. Es esencial buscar el crecimiento no sólo como un subproducto. Y desarrollar la interacción interinstitucional entre los distintos reguladores y responsables políticos y alinear las propuestas y gobernanza, con una mejor colaboración, que favorecerá la competitividad a largo plazo.

Europa necesita un «nuevo acuerdo» para priorice el bienestar de las personas, las empresas y la economía en su conjunto, incluidos los consumidores. En este sentido, el enfoque regulatorio y de competencia debe trascender la mera protección del proceso competitivo y la búsqueda de eficiencias teóricas. Se necesita un marco analítico de la competencia que refleje fielmente la realidad de los mercados, siendo adaptable y ágil para abordar cambios rápidos y significativos. Es fundamental otorgar mayor importancia a los efectos no vinculados exclusivamente a los precios, como el despliegue rápido en sectores como las telecomunicaciones, la mejora de la calidad del servicio, la provisión de servicios de valor añadido, la promoción de la innovación, la resiliencia, la sostenibilidad ecológica, la eficiencia energética y la sostenibilidad económica de esta industria vital.

Y el propio mercado («la mano invisible») tiene un papel clave que desempeñar en la asignación eficiente de recursos en este complejo entorno (siempre y cuando se le permita hacerlo). Es crucial prestar especial atención a la regulación o la política de competencia que influye en las estructuras de mercado, ya que podrían obstaculizar esta búsqueda de eficiencia en mercados cada vez más maduros. La aplicación de la política de competencia debe adaptarse a medida que lo hacen los mercados, siendo un pilar crucial para garantizar la competitividad, la resiliencia y la soberanía de Europa en el actual entorno geopolítico.

El reto de la fragmentación del mercado europeo de las telecomunicaciones

Los mercados minoristas de telecomunicaciones europeos siguen estando singularmente fragmentados. En 2023, Europa contaba con 45 grandes grupos operadores de telefonía móvil con más de 500.000 clientes, frente a 8 en EE.UU., 4 en China y Japón y 3 en Corea del Sur. Esto sólo es posible porque la regulación favorece la entrada insostenible de jugadores, mientras que la política de competencia obstaculiza la salida.

En cuanto a la consolidación transfronteriza, actualmente los operadores pueden ampliar sus servicios en la UE sin barreras legales significativas, ya que no existen obstáculos fronterizos a la libre circulación de bienes, servicios, personas o capitales. Pero antes de embarcarse en una expansión o inversión en otros países europeos, los operadores deben ser económicamente sostenibles en su país y contar con un caso de negocio empresarial sólido para invertir en Europa, para lo cual la regulación y la política de competencia desempeñan un papel importante.

La construcción y mejora de las infraestructuras exige inversiones adaptadas a la geografía, la densidad de población y las necesidades tecnológicas locales. Además de la falta de armonización normativa en algunos aspectos, las diferencias culturales y las preferencias de los consumidores exigen estrategias comerciales adaptadas nacional o localmente, ya sea en términos de precios, ofertas, contratos o servicio al cliente.

Los operadores tienen unos costes fijos elevados y la eficiencia se consigue mejor con un número reducido de despliegues paralelos en competencia. Y, en consecuencia, necesitan un nivel mínimo de adopción local en las zonas donde los operadores despliegan sus redes fijas y móviles para ser económicamente sostenibles. Por tanto, las estructuras de mercado de cada zona influyen más en las decisiones de expansión geográfica que las posibles economías de escala transfronterizas. Y, por otra parte, la consolidación en el mercado de las telecomunicaciones (sin aplicación de remedios estrictos), que reduce la fragmentación del mercado local, no ha reducido la competencia efectiva ni el bienestar de los consumidores, como demuestran casos como los de Brasil o Estados Unidos.


En el próximo post, examinaremos el estado de las comunicaciones digitales y sus implicaciones para ciudadanos, empresas y la economía en general. Lo haremos a través de una serie de preguntas y respuestas enfocadas en la brecha de conectividad entre Estados Unidos y Europa.

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