¿Son las fusiones transfronterizas la solución al problema de las telcos?

La respuesta es no. Los operadores de telecomunicaciones no pueden alcanzar la escala que necesitan mediante consolidaciones transfronterizas, puesto que dicha es una escala mínima en relación con la zona de cobertura de su despliegue de red.

Estructura de mercado
Fernando Herrera

Dr. Fernando Herrera González Seguir

Tiempo de lectura: 7 min

Como se desprende de sus recientes intervenciones, las autoridades europeas han entendido que las empresas de telecomunicaciones europeas tienen un serio problema de rentabilidad (ROCE o “retorno del capital empleado”, en términos financieros), que es lo que explica tanto su recorrido bursátil como sus dificultades para llevar a cabo las inversiones que parecen requerir los ciudadanos europeos.

La escala es la solución, pero ¿cómo adquirirla?

Los operadores sostienen que dichos problemas de rentabilidad se podrían resolver mediante la obtención de una mayor dimensión o escala, para lo cual es necesario que se produzcan fusiones entre los operadores. A los efectos que nos ocupan, conviene distinguir entre las llamadas consolidaciones intra-mercado que se producen dentro de las fronteras de un país, como la anunciada por Orange y MásMóvil en España, de aquellas que se producen entre operadores de distintos países.

Pues bien, la Comisión Europea (CE) afirma que no tiene ningún problema en que los operadores adquieran la escala que precisan para ser sostenibles, siempre que lo hagan mediante este último tipo de operaciones, las consolidaciones transfronterizas. Sin embargo, los operadores parecen empeñados en ganar dicha escala llevando la contraria a la autoridad, como prueba el ejemplo ya citado y otros muchos. Tan poco le gustan a la CE las consolidaciones intra-mercado que solo las aprueba con condiciones muy onerosas, e incluso ha llegado a prohibirlas. Incluso en un caso tan sencillo como la operación de Orange-Voo-Brutele en el mercado belga, la fusión solo se ha aprobado tras imponer condiciones a los operadores participantes.

En resumen, las autoridades comprenden la necesidad de escala para las telcos, pero el problema es que solo les dejan adquirirla mediante fusiones transfronterizas. ¿Por qué los operadores se empeñan entonces obtenerla de la otra forma? ¿Existe alguna razón para que esto suceda? En un artículo publicado recientemente en Competition Policy International, se propone una explicación basada en la teoría económica para estos fenómenos.

La indivisibilidad de las redes de telecomunicaciones

El artículo plantea esta cuestión, para la que dice que la respuesta no es tan obvia como parece. En efecto, las telcos “fabrican” tráfico, que es lo que demandan los clientes de todas sus posibles caras. En el caso de los usuarios, cuando quieren mandar un mensaje a un amigo o contratar un hotel on-line. En el caso de una plataforma digital, enviar una película o video en streaming a su audiencia. Sin embargo, en la actualidad las telcos no venden el servicio en base al tráfico de datos (Gigas, minutos), sino que típicamente venden accesos con tarifa plana, de forma que los clientes residenciales que contratan con las telcos pueden generar y recibir todo el tráfico que deseen (lo que, por cierto, ha hecho insostenible para agentes que generan cantidades masivas de tráfico). Esa es la estructura comercial que se ha impuesto desde aproximadamente 2005, y paulatinamente en todos los países de la UE y de muchas otras regiones.

Así pues, a la hora de evaluar la escala que un operador precisa para ser viable, hay que medirla, no en tráfico como cabría esperar, sino en el número de clientes que tiene. Sus ingresos y, por tanto, rentabilidad van ligados a lo que cobra por cada cliente, no por cada Giga que transmite.

¿Qué vende un operador de telecomunicaciones?

El artículo plantea esta cuestión, para la que dice que la respuesta no es tan obvia como parece. En efecto, las telcos fabrican tráfico, que es lo que demandan los clientes de todas sus posibles caras. En el caso de los usuarios, cuando quieren mandar un mensaje a un amigo o contratar un hotel on-line. En el caso de una plataforma digital, enviar una película o video en streaming a su audiencia. Sin embargo, en la actualidad las telcos no venden el servicio en base al tráfico de datos (Gigas, minutos), sino que típicamente venden accesos con tarifa plana, de forma que los clientes residenciales que contratan con las telcos pueden generar y recibir todo el tráfico que deseen. Esa es la estructura comercial que se ha impuesto desde aproximadamente 2005, y paulatinamente en todos los países de la UE y de muchas otras regiones.

Así pues, a la hora de evaluar la escala que un operador precisa para ser viable, hay que medirla, no en tráfico como cabría esperar, sino en el número de clientes que tiene, pues sus ingresos y por tanto rentabilidad va ligada a lo que cobra por cada cliente, no por cada Giga que transmite.

La escala en accesos solo se consigue con consolidación intra-mercado

Los operadores de telecomunicaciones despliegan su red por áreas geográficas, y es en esas áreas geográficas donde tienen que adquirir la escala necesaria para ser viables. Dicha viabilidad depende de los ingresos que puedan obtener de cada cliente, y de lo que les cueste dar servicio. Ya se ha visto que dicho coste, habida cuenta de la indivisibilidad de las redes, se reduce conforme el operador adquiere más clientes en el área desplegada (lo que llaman “take-up”), existiendo un mínimo para su viabilidad.

¿Qué ocurre cuando otros operadores compiten en la misma área, hayan entrado con sus propios despliegues o apoyados en la regulación mayorista de acceso? El artículo explica que las dos magnitudes que afectan a la viabilidad del operador se mueven en su contra: los ingresos por usuario tienden a bajar y también lo hace la cuota de mercado.

Ello no implica que no se pueda o deba entrar al mercado. Mientras el operador inicial dé señales de rentabilidad, es lógico que otros agentes quieran imitar su modelo de negocio. Pero la actividad empresarial, como toda actividad humana, está sujeta a error, y es muy probable que en algún momento se produzcan errores en la entrada, sea por optimismo o por una regulación favorable.

Cuando eso ocurre, los operadores presentes entran en una situación diabólica, en que para conseguir el mínimo take-up de viabilidad tienen que bajar precios, lo que a su vez hará que aumente ese mínimo take-up que los hace viables. Es evidente que, en estas condiciones, se tiene que producir alguna salida del mercado para restaurar las condiciones de viabilidad para todos los operadores. Hay que corregir de alguna forma el error ocurrido.

Y dado que los operadores, en principio, han hecho fuertes inversiones, nadie va a salir sin más del mercado dejando abandonados sus activos: lo tratarán de hacer vendiéndolos al mejor postor. Esto es, concentrándose con otro en su área de cobertura.

¿Y la consolidación transfronteriza entonces?

Los operadores de telecomunicaciones no pueden alcanzar la escala que necesitan con el actual modelo de negocio mediante consolidaciones transfronterizas. Como se ha visto, lo que necesitan es una escala mínima en relación con su área de cobertura de despliegue de redes. La escala que precisan no es en términos absolutos, ser grandes por ser grandes, sino en relación con la geografía que cubren. Un operador con 1000 clientes que supongan un 40% de su cobertura puede ser viable, mientras que otro con varios millones puede no ser rentable si su cuota de mercado es baja porque está disperso geográficamente.

El artículo explica que, en el pasado, cuando los operadores fabricaban y facturaban minutos de tráfico, la escala había que alcanzarla en esta magnitud. Aunque la indivisibilidad de la red era la misma, con esta unidad de venta sí se podía alcanzar la escala viable con consolidaciones transfronterizas. Es por ello que, posiblemente, a principios de siglo eran estas las fusiones preferidas por los operadores.

Desde entonces, la situación ha cambiado completamente al pasarse de una facturación por minutos/tráfico a la generalización de las tarifas planas ilimitadas, lo que seguramente también afectó al desempeño de las concentraciones hechas entonces, y no precisamente para bien. En cualquier caso, el artículo proporciona una explicación teórica que es coherente con la realidad que se observa, lo que debería hacer reflexionar a las autoridades sobre si la vía que proponen para que los operadores solucionen sus problemas de rentabilidad es la más adecuada. Sin olvidar que dichos problemas de rentabilidad son, en el fondo, los problemas que tendrá la sociedad europea si los operadores no son capaces de invertir de acuerdo a lo que se espera.

Se puede acceder al artículo completo aquí


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