Corea del Sur como modelo pionero de contribución justa a la financiación de las redes

La solución adoptada por Corea del Sur sobre la contribución justa a la financiación de las redes se cita a menudo como ejemplo negativo para no cambiar el actual modelo europeo de pagos por el uso de las redes. En este artículo rebatimos esos argumentos y esbozamos la necesidad de una contribución justa de los Grandes Originadores de Tráfico (GOTs) a las operadoras de telecomunicación para garantizar las inversiones en conectividad.

Corea del Sur
Juan Luis Redondo Maíllo

Juan Luis Redondo Maíllo

Tiempo de lectura: 6 min

Corea del Sur: un caso ampliamente malinterpretado

Corea del Sur ha liderado el debate sobre la financiación de las redes al adoptar una regulación para que los grandes originadores de tráfico realicen una contribución justa a la financiación de las redes de telecomunicaciones. Esto ha captado la atención del sector de las telecomunicaciones y de todo el ecosistema digital en los últimos meses – en particular tras la decisión de Netflix de presentar una demanda contra el operador de telecomunicaciones coreano SK Broadband por su disputa de 2018 en relación con las tarifas de acceso a la red.

Las grandes tecnológicas se han referido a este caso como prueba inequívoca de las consecuencias negativas de la propuesta de los operadores en Europa. La realidad es bien distinta.

Corea del Sur: pionera en la definición de un nuevo modelo de interconexión y acceso a la red

Corea del Sur ha sido uno de los primeros países en darse cuenta de que el modelo de interconexión a Internet de los años 90 se ha visto distorsionado por la reciente aparición de nuevos actores. Los grandes originadores de tráfico han creado un desequilibrio extraordinario en los intercambios de tráfico, y esta situación no se estaba reflejando en los acuerdos de interconexión entre operadores. El mercado no había sido capaz de adaptar el modelo debido al poder de negociación de estos nuevos actores. Ya nos hemos referido anteriormente a cómo esta situación ha conducido a un modelo de interconexión distorsionado y disfuncional.

Corea del Sur elaboró en 2018 un reglamento de interconexión IP que establecía un modelo de compensación entre operadores basado en el desequilibrio del volumen de tráfico intercambiado. Este reglamento aplica una regla simple de ratio -centrándose en el tráfico entre operadores del mismo nivel-, quedando también cubiertos por el reglamento la definición de los niveles de los operadores. Todo lo que sea inferior a la ratio 1:1,8 se considera equilibrado, lo que da lugar a pagos netos iguales a cero. En caso de que el intercambio de tráfico supere esta relación, el operador que envíe un mayor volumen de tráfico deberá efectuar pagos en la interconexión de acuerdo con un precio regulado.

Además de la decisión sobre el desequilibrio del tráfico, el regulador surcoreano también tomó otra decisión crítica: definió a los proveedores de contenidos y a los grandes originadores de tráfico como usuarios de Internet, no como operadores. La solución surcoreana ha restablecido el equilibrio y la igualdad de condiciones tanto en el mercado de las telecomunicaciones como en todo el ecosistema de Internet del país.

Como describimos en este artículo, los grandes originadores de tráfico se han aprovechado del actual modelo de interconexión a medida que adquirían poder de mercado, actuando como si fueran un tipo especial de operador y negociando directamente acuerdos de interconexión con otros operadores. Pero los grandes originadores de tráfico y los operadores no son pares, ya que los GOTs no son operadores, tienen una estructura de costes de red mucho más reducida y diferente y no invierten ni gestionan las redes de acceso, la parte más costosa y regulada de la red.

Y lo que es más importante, los acuerdos entre pares se basan en la premisa de que se pueden resolver a coste cero los niveles similares de intercambio de tráfico entre pares que tienen estructuras de costes similares. Esto no es aplicable hoy en día al reducido número de empresas que representan casi el 50% del tráfico mundial de Internet y que, por tanto, generan la misma cantidad de tráfico que el resto del mundo junto.

Los GOTs no son operadores, pero han utilizado su poder de mercado, su tamaño y la relevancia de sus contenidos de usuario como importante moneda de cambio en las negociaciones con los operadores. Esto ha dado lugar a condiciones desiguales y suele desembocar en un acuerdo de libre intercambio de tráfico, que perjudica a los operadores.

La calidad del streaming bajó – pero sólo porque un proveedor de contenidos decidió redirigir los datos

Esta parte de la historia suele malinterpretarse. Cuando los operadores no han accedido a las demandas del servicio gratuito, los grandes originadores de tráfico han reaccionado desviando el tráfico a través de una interconexión en otro país. Este tráfico llega a los usuarios finales a través de otras redes, pero provoca una degradación de la experiencia del usuario. En el caso de Corea del Sur, un gran proveedor de contenidos empezó a enviar tráfico a través de interconexiones en Japón.

Sin una regulación equilibrada del tráfico, este mecanismo permite a los generadores de tráfico eludir el pago a los operadores nacionales, al tiempo que les permite ejercer una presión extraordinaria en las negociaciones con los operadores para que acepten acuerdos gratuitos.

El desvío del tráfico, a través de las redes de tránsito, repercute en los clientes cuando no se ha acordado un servicio gratuito, como en Corea del Sur. En consecuencia, los clientes perciben que la calidad del servicio es peor. Esto también añade presión a los operadores, ya que las clasificaciones de calidad de la red parecerán peores en los países sin acuerdos de servicio gratuito. Los grandes generadores de tráfico suelen aprovecharse de ello para incitar a los usuarios a cambiar de operador. Esto no prueba que el modelo no funcione, sino que prueba el extraordinario poder de mercado de los grandes originadores de tráfico, a quienes les importa poco empeorar la experiencia de sus clientes.

Europa debe reaccionar

A pesar del impacto de estas decisiones, Corea del Sur es un buen ejemplo a seguir. Es un país líder en 5G, la adopción de suscripciones de fibra hasta el hogar es la más alta de la OCDE y alcanza ya casi el 85 % del total de conexiones de banda ancha. Y los operadores surcoreanos han ocupado el primer puesto mundial en experiencia de velocidad de descarga y experiencia de vídeo en el informe Global Mobile Network Experience Awards 2023 Report | Opensignal

Sin embargo, lo que está ocurriendo en Corea del Sur con el desvío del tráfico demuestra claramente, una vez más, el desigual poder de negociación entre los grandes originadores de tráfico y los operadores. Se trata de un fallo del mercado que debe abordarse.

Los operadores han definido una propuesta para remediar esta situación, basada en una contribución equitativa. La propuesta hecha en Europa es diferente de la solución adoptada por el regulador surcoreano, pero tiene el mismo objetivo: restablecer el equilibrio en las negociaciones entre los grandes generadores de tráfico y los operadores de telecomunicaciones para una compensación justa por el uso de sus redes.

La principal diferencia entre ambas soluciones es que la de Corea del Sur se aplica a todos los generadores de tráfico que se conectan directamente a los operadores surcoreanos. Se basa en una regulación muy detallada de los mercados de interconexión.

La solución propuesta por los operadores europeos sólo pide el pago a los grandes originadores de tráfico, los que superan un determinado umbral de volumen total de tráfico, y se basa en la negociación de un acuerdo comercial entre las partes. Es importante recordar que, en la actualidad, un pequeño grupo de sólo seis empresas genera más del 55% del tráfico que circula por las redes nacionales de los operadores.

Se trata de un problema estructural que requiere la atención de Europa. La solución debe situar a Europa en la vanguardia del mundo digital y garantizar el desarrollo futuro de las infraestructuras digitales. Está en juego el bienestar futuro de los ciudadanos europeos.


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