La importancia del uso de un smartphone para las personas mayores
Hace muchos años, mis abuelos compraron un teléfono móvil. Era sencillo, de los de antes. De los que ni siquiera había pantalla para jugar a los marcianitos ni al mítico juego de la serpiente. Pero, en su momento, era lo mejor del mercado.
Mi abuela seguía usando ese mismo móvil hace 8 años. Y le regalamos un smartphone. Pasó de botones físicos a táctiles. De una pantalla mínima en el móvil, a una pantalla donde estaba “todo”. De apretar el verde, a deslizar el verde.
Mis tíos intentaron explicarle de diversas maneras cómo poder usarlo. Pero cada vez que alguien le llamaba, era un calvario. Había veces que ni cogía el móvil por miedo a “romper” algo. Lo que para los demás era nuestro día a día, y algo indispensable, para ella no tenía ningún valor.
Un día me senté con ella para ayudarle a poder usarlo. Su primera frase fue “¿para qué quiero aprender esto, hijo? A mí no me sirve de nada”. Y ahí fue cuando entendí que no era un problema de dificultad. Era un problema de que no entendía el propósito de saber usar esa tecnología.
Le expliqué las cosas que se podían hacer con el móvil que estaban a su disposición. Cosas sencillas, pero útiles.
- Hacer fotos, vídeos, notas de voz.
- Enviarlas y recibirlas.
- Y poder ver a alguien conocido en la pantalla.
Y esto último le hizo emocionarse. Porque entendió por qué queríamos que usara esa tecnología: Para “estar” con ella, aunque no estuviéramos con ella. Ahí entendió el valor del cambio, ahí entendió que obtendría con el esfuerzo de aprender, y el propósito de todo eso.
Hoy me envía audios contándome su día a día, vídeos de sus recetas (no hay nada como la comida de la abuela). Pero, sobre todo, me puede ver, aunque estemos a 3.000 km de distancia. Y es lo que ella valora, porque hace que se sienta acompañada.
Esta es la magia de la tecnología: conectar a las personas.
El valor de la transformación
Esta historia que te he compartido nos muestra que la transformación se tiene que entender como un propósito, y no como un ejercicio. Es cierto que todo cambio implica un esfuerzo, y un proceso que añadirá cierta dificultad en nuestro día a día.
Pero cuando tienes en la cabeza lo que espera “al otro lado”, entiendes si merece la pena todo lo que va a conllevar el camino para llegar allí. Para esto, hay que hacer un ejercicio de concienciación, ya sea personal si es solo para ti, o para un equipo de personas que deban de hacer realidad ese cambio.
En entornos laborales estos cambios tampoco son fáciles. Las personas nos acostumbramos a nuestro día a día, a las mismas herramientas, a las mismas problemáticas. Y esto nos lleva a controlar la situación, y a asentarnos en la comodidad de una zona de confort.
Las transformaciones deben de ser explicadas para que esas personas sientan emoción ante “lo que viene”, y que sientan que no pueden dejar escapar esa oportunidad. Esto requiere habilidades sociales, de comunicación y de empatía. Unas soft skills necesarias hoy en día, las cuales ninguna IA podrá reemplazar, ya que solo las personas las podemos tener.
¿Por qué transformarte?
No hay un por qué transformarte, hay muchos.
- Por ti.
- Por los que te rodean.
- Por ser mejor cada día que pasa.
- Por ser más competitivo en tu negocio.
Porque quien quiere hacer lo mismo siempre, de la misma manera, en el mismo formato, no dura.
Quien se transforma continuamente puede optar a durar. Y hay quien dura más de 100 años. Algo estarán haciendo. Algo estarán cambiando para seguir conectando con los demás.
Hoy mi abuela sigue enviándome audios, fotos y vídeos con una naturalidad que antes le parecía imposible. Cada vez que lo hace, me acuerdo de aquella frase suya: “¿para qué quiero aprender esto?”.
Ahora ella misma me da la respuesta: les acerca a los suyos, le hace sentir acompañada, y le permite conectar con viejos recuerdos de forma ágil y sencilla. Ahora sabe que no cambió un teléfono por otro. Cambió su forma de comunicarse con el resto de nosotros.