Manifiesto por un Nuevo Pacto Digital: nuestra propuesta para una digitalización sostenible

El análisis del impacto de la digitalización en la sociedad es el primer paso. El compromiso para alcanzarla de forma sostenible y centrada en las personas es la meta.

Tiempo de lectura: 7 min

Christoph Steck /@christophsteck

Director of Public Policy and Internet at Telefónica  

 

La transformación digital de la sociedad y de la economía representa uno de los duelos más fascinantes de la actualidad. Desde la perspectiva más optimista, el potencial de la digitalización para contribuir al progreso de la humanidad es innegable, gracias a las oportunidades que ofrece una disrupción tecnológica sin precedentes. Desde el ángulo opuesto, la velocidad de los cambios y la incapacidad de adaptación a los mismos se convierten en una tarea hercúlea que requiere una reflexión y un debate urgentes.

Para afrontar este nuevo paradigma, es fundamental analizar el impacto de la digitalización e identificar dónde radican sus riesgos principales. De esta radiografía general se desgranan una serie de retos relacionados con la conectividad, la adecuación de las políticas sociales y fiscales, la confianza en los datos, la actividad de las plataformas digitales y la obsolescencia de los derechos y las políticas que no fueron creados para abarcar esta realidad. Solo así se podrán plantear las posibles soluciones que mitiguen los riesgos derivados de la transformación digital y, a la vez, consoliden y fortalezcan los beneficios que ofrece.

Este procedimiento resume el origen y la razón de nuestro Manifiesto Digital. Porque pensamos que la introspección sobre el tema es el primer paso, pero el compromiso para alcanzar una digitalización sostenible y centrada en las personas es la meta.

 

Una radiografía de la actualidad

La mitad de la población mundial todavía sigue desconectada, a pesar del aumento de la infraestructura que provee los servicios de redes móviles de banda ancha. Esta situación constata la existencia de una brecha digital que divide a la sociedad entre conectados y no conectados.

Esta cuestión no solo afecta a la esfera personal, en la que el individuo no puede disfrutar de las nuevas posibilidades que brinda el acceso a la red para crear, colaborar y comunicarnos, sino también al futuro del trabajo. La interacción entre máquinas y humanos transformará la naturaleza del trabajo y cambiará nuestras vidas, sociedades y economías. Su impacto sobre la tributación y el empleo está amenazando la sostenibilidad de las políticas sociales, la seguridad y el bienestar.

 

Futuro del trabajo

 

Ante un fenómeno tan transversal, los gobiernos deben adoptar las políticas necesarias para que los ciudadanos estén preparados para guiarse en el nuevo entorno digital. En colaboración con otros agentes sociales, deben ofrecer la formación y la educación adecuada para garantizar el derecho al empleo de las personas ante el riesgo de la automatización de muchos trabajos.

El equilibrio entre la seguridad y la privacidad también es una cuestión fundamental en este tema, dada la constante aparición de fallos de seguridad y la pérdida de confianza del usuario en el tratamiento que se hace de sus datos personales. Según el Eurobarómetro de 2015, tan solo el 15% de los europeos encuestados siente que tiene un control completo de la información que comparte online. En consecuencia, se requieren nuevas formas de colaboración público-privada y un esfuerzo adicional para garantizar la seguridad de los productos y servicios digitales en toda la cadena de calor. Así el usuario podrá tener un verdadero control de su experiencia digital.

Los nuevos mercados digitales tienden a ser ser cada vez más concentrados. En ellos, algunas plataformas se están convirtiendo en ecosistemas esenciales de distribución de productos, contenidos y aplicaciones. A su vez, estas plataformas digitales generan retos adicionales a los marcos normativos nacionales relativos a la fiscalidad, la seguridad, la privacidad y la protección de los consumidores.

Ante tales cambios, los marcos normativos actuales son incapaces de adaptarse al trepidante ritmo al que avanza el proceso de digitalización. La causa principal es que no fueron concebidos para la era digital, por lo que han quedado desactualizados. Ello está desafiando los derechos de las personas, la protección de los consumidores y una competencia justa.

 

 

Una propuesta de futuro

A pesar de la trascendencia de los desafíos que representa la transformación digital, nos encontramos ante un momento histórico para conseguir una digitalización más sostenible y equitativa que impulse el progreso de la sociedad a escala global. Por eso, en Telefónica proponemos un Manifiesto por un Nuevo Pacto Digital para:

 

  1. La digitalización debe ser un proceso inclusivo del que todos podamos participar. Miles de millones de personas en todo el mundo siguen sin conectividad, y sin conectividad no hay digitalización. Para lograrlo, el despliegue de banda ancha debe ser una prioridad para la administración pública. Por su parte, el sector privado tiene que dar con nuevos modelos de despliegue de infraestructuras y comercialización de banda ancha en zonas sin acceso que sean sostenibles desde el punto de vista económico, modelos que tienen que ser respaldados por nuevos marcos regulatorios y políticas fiscales que incentiven el despliegue de infraestructuras.  La transformación digital debe ir acompañada también de políticas sociales que permitan un periodo de transición, donde la tecnología y la conectividad contribuyan a mejorar la educación de todos.
  2. Las políticas sociales y fiscales deben adaptarse a las sociedades digitales actuales. Los gobiernos deben asegurarse de adoptar las políticas necesarias para que los ciudadanos estén preparados para guiarse en el nuevo entorno digital. En colaboración con otros agentes sociales, deben ofrecer la formación y la educación adecuada para garantizar el derecho al empleo de las personas ante el riesgo de la automatización de muchos trabajos gracias a la pujanza del internet de las cosas (IoT) o la inteligencia artificial. Además, sus políticas sociales deben modernizarse y adaptarse a la realidad de los nuevos mercados, de tal forma que puedan proteger los derechos de los trabajadores y de la sociedad en general. Para poder seguir ejecutando estas políticas sociales es muy importante también que implementen un sistema fiscal claro que obligue a las plataformas globales de servicios digitales a pagar los impuestos locales correspondientes y contribuir de forma equitativa al desarrollo de los países donde operan.
  3. Los usuarios deben conocer de forma trasparente sus datos y tener el control sobre cómo y cuándo utilizarlos. Sólo así se logrará su confianza y se logrará explotar todo el potencial de los datos como impulsor de cambios sociales positivos en áreas como la salud, la educación, el transporte o el cambio climático. Para lograr esa confianza, también es necesario garantizar la seguridad y privacidad de los datos. Nuevamente se hacen necesarias nuevas formas de colaboración público-privada y, en un mundo IoT, un esfuerzo adicional para garantizar la seguridad de los productos y servicios digitales en toda la cadena de valor.  Además, es responsabilidad de los estados garantizar, con los mecanismos apropiados, la seguridad de los datos de sus ciudadanos al tiempo que respetan sus derechos fundamentales.
  4. Para la sostenibilidad de internet son necesarias plataformas globales de servicios digitales más responsables y comprometidas con el desarrollo social. En este sentido, gobiernos y organismos reguladores deben velar por la aplicación de los valores y leyes existentes. A su vez, los datos se han convertido en un gran activo competitivo y como tal debe ser considerado por las autoridades en la supervisión de los mercados para evitar posiciones de dominancia y que las grandes plataformas globales de internet se conviertan en guardianes de facto de la experiencia digital de los usuarios. En aras de su sostenibilidad, es necesario también asegurarse del uso ético de la inteligencia artificial y los algoritmos por parte, sobre todo, de estas grandes plataformas.
  5. Es necesaria una modernización de las políticas sociales y de los derechos de los ciudadanos en el mundo digital. Para ello Telefónica aboga por una Carta de Derechos Digitales pensada en las personas y que proteja también sus valores y derechos fundamentales en el mundo digital. La legislación y supervisión de los mercados debe enfocarse en la regulación de actividades (“el qué”), en lugar de una regulación de entidades (“el quién”), aplicando por tanto el principio de mismo servicio mismas reglas. Además, la regulación debe impulsar la innovación, el emprendimiento y dejar espacio a la experimentación pudiendo actuar rápidamente si fuera necesario. Los políticos, a su vez, deben dar con soluciones globales y regionales a problemas “sin fronteras” derivados de la propia naturaleza de internet. Para ello es necesario reforzar la colaboración internacional y solucionar asuntos espinosos consecuencia de la oferta de servicios digitales globales y el flujo internacional de datos.

 

Esto es solo el comienzo de un viaje que va a transformar nuesras vidas, trabajo y economías. Por ello, Telefónica quiere poner a las personas en el centro de los cambios y promover una comprensión colectiva de cómo la digitalización puede hacerse sostenible, mejorando la equidad y la no discriminación, la responsabilidad, la inclusión, la transparencia, la capacidad de elección y la rendición de cuentas.

 

Manifiesto por un nuevo pacto digital

 


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