Industria 4.0, la cuarta revolución industrial ya está en marcha

Las nuevas tecnologías inteligentes han permitido la transformación digital del sector industrial en lo que ha pasado a denominarse Industria 4.0, y que supone una cuarta revolución industrial, al cambiar la forma en que las empresas fabrican, mejoran y distribuyen sus productos.

industria 4.0 trabajador con máquina

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Tiempo de lectura: 6 min

Las revoluciones industriales sobrevienen a lo largo de la historia gracias a una determinada tecnología disruptiva que cambió la forma de ser y estar en el mundo en su época. 

Así la primera revolución industrial (casi a finales del siglo XVIII), llegó con la mecánica del motor a vapor, mientras que la segunda (sobre 1870), tuvo como protagonista a la cadena de montaje, gracias al uso de la energía eléctrica, el petróleo y el gas, y la tercera revolución industrial (1969), se basó en el uso de la electrónica y la informática para promover la producción automatizada. 

Industria 4.0 

En el año 2014 comenzaron a surgir las primeras fábricas inteligentes y la gestión online de la producción, pero fue en 2016 cuando aparece por primera vez el concepto de Cuarta Revolución Industrial de la mano de Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, en su obra “La Cuarta Revolución Industrial”. 

En este escrito, el economista alemán define este proceso como  «La Cuarta Revolución Industrial genera un mundo en el que los sistemas de fabricación virtuales y físicos cooperan entre sí de una manera flexible a nivel global”. 

Se trata de una industria basada en fábricas inteligentes donde se integran las nuevas tecnologías, como pueden ser Internet de las cosas (IoT), computación y análisis en la nube, Inteligencia Artificial, robótica, realidad aumentada o machine learning en sus instalaciones de producción y en todas sus operaciones. 

Este nuevo concepto de industria permite que todo en su cadena de suministro sea  «inteligente», es decir desde la fabricación, pasando por el almacenamiento, y la logística, y que supone una pieza más de la transformación digital de la empresa. 

Fábricas inteligentes 

Estas fábricas inteligentes disponen de una serie de elementos e instrumentos, como pueden ser sensores avanzados, software integrado y robótica que permiten registrar y analizar datos, para una mejor toma de decisión. 

No obstante, el alcance de esta revolución no se queda únicamente en sistemas inteligentes y conectados, sino que va más allá. Hablamos de un proceso que va desde la secuenciación genética hasta la nanotecnología, y de las energías renovables a la computación cuántica.  

Todo ello hace posible una mayor automatización, un mejor mantenimiento, una optimización automática de los distintos procesos y una mejor respuesta a los clientes. 

La IA lidera la Industria 4.0 

Dentro de las distintas tecnologías digitales que hacen posible esta cuarta Revolución Industrial, la Inteligencia Artificial es la que asume el protagonismo principal, aunque siempre conectada con las otras tecnologías, que da forma a la economía del dato y conocimiento  

De esta forma, como se recoge en el informe Sociedad Digital en España 2022, de la Fundación Telefónica, se favorece la transición hacia modelos de producción más ágiles y versátiles, la automatización de actividades y la aceleración del intercambio responsable de datos para resolver desafíos críticos y espolear la innovación. 

El país que domine la inteligencia artificial liderará la cuarta revolución industrial”, apunta Nuria Oliver, doctora en Inteligencia Artificial por el Instituto Tecnológico de Massachussets.  

Muestra de ello es que las grandes potencias ya están enfrascadas en una competición por desarrollar antes que nadie los mejores sistemas inteligentes. 

Una carrera que lideran China y Estados Unidos, y donde la Unión Europea se encuentra más rezagada, aunque en los últimos años existe un impulso institucional para su potenciación. 

Según se recoge en el estudio de la Fundación Telefónica, en 2020, el Gobierno estadounidense invirtió 4.500 millones de euros en investigación y desarrollo en Inteligencia Artificial, mientras que de China, con datos aportados por la consultora McKinsey, sabemos que  solo las ciudades de Shanghái y Tianjin disponen de un plan inversor de hasta 13.500 millones de euros en este concepto en esta década. 

En cuanto a la Unión Europea, la Comisión planea invertir 1.000 millones de euros al año en IA, procedentes de sus programas Europa Digital y Horizonte Europa.El objetivo es atraer más de 20.000 millones de euros de inversión total en IA al año en la UE durante la próxima década. El Mecanismo de Recuperación y Resiliencia contribuirá a acelerar las inversiones e ir más allá de este objetivo, destacan. 

Inversión privada 

No obstante, las mayores diferencias entre países y regiones las tenemos en la inversión privada. Un apartado en el que destaca Estados Unidos gracias a que invirtió hasta veinte veces más que la UE en inteligencia artificial y big data, entre los años 2018 y 2020.   

Según el informe “How Nine Digital Forerunners Can Lead on Ai in Europe”, de McKinsey, en 2020 Estados Unidos acaparó casi la mitad de la inversión global en IA (46%), seguido de China, con el 36% y Europa tan solo el 8%- 

En este sentido, hay que tener en cuenta que la potenciación de la Inteligencia Artificial es básica para las grandes empresas, y su desarrollo. De ahí viene el gran empuje e inversión que tiene en Estados Unidos, sede de muchas de las más grandes empresas tecnológicas del planeta, como es el caso de Amazon, Facebook, Google, Microsoft o Apple, que generalmente crean clústeres de innovación en torno a las universidades.  

Por su parte, China también dispone de gigantes tecnológicos, como es el caso de  Alibaba, Tencent o Ant Financial.  

El índice elaborado por McKinsey señala que 18 de los 25 mayores clusters de desarrollo de inteligencia artificial del mundo se sitúan en Estados Unidos, 3 en Europa y 4 en Asia. 

Beneficios de la Industria 4.0 

Esta cuarta revolución industrial conlleva un cambio en las organizaciones empresariales, en especial, en los procesos de fabricación, pero también en el conjunto de la sociedad. 

Unos cambios que suponen una mejora en la productividad y en la automatización de los procesos, gracias a que las decisiones internas están basadas en datos, lo que optimiza todo el proceso desde la fabricación hasta la entrega al cliente.  

Las empresas disponen de más información para explorar nuevos modelos de negocios, mejoran las condiciones de los trabajadores, al reducirse empleos en entornos peligrosos, disponen de la opción de desarrollar productos personalizados para atender la demanda, así como de cumplir los objetivos medioambientales sin comprometer otros objetivos de negocio. 

En cuanto a los efectos negativos que tiene esta Industria 4.0, sus críticos apuntan a la posible pérdida de puestos de trabajo debido sobre todo a la robotización, donde máquinas ocupen labores que hasta ahora hacían los humanos.   

No obstante, también hay que hablar de la gran cantidad de nuevas profesiones que surgen con la llegada de este sinfín de nuevas tecnologías, y la aparición de nuevos sectores emergentes. 

En definitiva, esta Industria 4.0 ha llegado, como lo hicieron las anteriores, para quedarse, para hacernos más fácil los procesos industriales, para generar una transformación tanto de la oferta como de la demanda, por lo que es necesario no quedarse atrás, porque el que se retrase, no tendrá espacio en el nuevo mercado. 


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