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La tecnología en la vida de los adolescentes: una reflexión de una madre preocupada

Como madre de una adolescente, estas reflexiones me han llevado a reconsiderar cómo manejamos el uso de la tecnología en casa.

Beatriz Flores

Las conclusiones del congreso «Construyendo juntos el mundo digital que nuestros menores merecen» organizado por Fundación Telefónica este año resaltan una realidad importante: la tecnología forma parte esencial de la vida de nuestros hijos, pero su uso debe ser guiado con responsabilidad. Se subrayó la importancia de encontrar un balance entre la vida digital y la offline, así como el papel crucial de las familias en la educación digital.

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Uno de los mayores retos, y el que más conflictos genera, es el tiempo frente a la pantalla. Los expertos del congreso advirtieron sobre los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos, como aumento en los niveles de ansiedad, depresión y dificultades para regular las emociones, dificultades para concentrarse y trastornos del sueño. Como madre, me esfuerzo por establecer límites claros y promover hábitos saludables que equilibren el uso del móvil con otras actividades familiares. Debo admitir que no siempre lo consigo; es difícil aceptar que tu hija prefiere su “conexión digital” a “desconectar” en familia, pero yo no me rindo.

Otra preocupación significativa es el impacto de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes. Se discutió cómo la exposición a imágenes y contenidos retocados e irreales pueden provocar ansiedad, baja autoestima y presión social. La clave aquí es no entrar en pánico, aunque hay muchos temores (leemos mucho sobre los peligros, el ciberacoso, el acceso cada vez más jóvenes a la pornografía, las adicciones a internet y a las redes…) y es imposible controlar todo, es fundamentalmente estar presentes y accesibles cuando ellos deseen hablar. Este es otro desafío: comunicarte con una hija adolescente que en mi caso es además muy introvertida. Estoy en ello, intentando escucharla más, aprendiendo a leer entre líneas y animándola a reflexionar sobre lo que ve online, enseñándole a diferenciar entre la realidad y las imágenes idealizadas que consume en las redes.

A partir de las conclusiones de los expertos, me quedo con algunas recomendaciones importantes:

  • Diálogo y confianza: Fomentar conversaciones sobre el uso responsable de la tecnología, escuchando su opinión y argumentos, interesándome por lo que mi hija hace en línea y asegurándole que puede acudir a mí ante cualquier problema.
  • Establecimiento de normas claras y límites: Definir juntas horarios para el uso de los dispositivos y momentos libres de pantallas (las comidas y antes de dormir son sagrados, también lo es respetar los ratos en familia).
  • Educación en seguridad digital: Aprender juntas sobre privacidad online y los riesgos de compartir información personal. En mi caso me ha ayudado mucho participar en las iniciativas de educación y sensibilización sobre buenos hábitos digitales para padres y adolescentes que me ofrece Fundación Telefónica.
  • Fomento de actividades fuera de la pantalla: Proponer planes en familia libres de pantallas. A nosotros nos gusta mucho salir a la montaña y allí solo se utiliza el móvil para seguir la ruta y tomar fotos del paisaje.
  • Autocontrol y ejemplo: Reconocer mi propio uso de la tecnología y esforzarme por adoptar hábitos saludables. Confieso que no siempre soy un buen ejemplo, trabajo con redes sociales y me cuesta desconectar.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de acompañar a nuestros hijos en su travesía digital, asegurarnos de que estén seguros y felices, y guiarlos con cariño, comunicación y conciencia. No es fácil ¡pero estamos en ello!

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