Tecnología para combatir la postverdad

Tecnología para luchar contra la posverdad 

La posverdad es un neologismo que hace referencia a la distorsión deliberada de la realidad, manipulación de creencias y emociones con el objetivo de influir en las opiniones y decisiones de la población

Tiempo de lectura: 5 min

La distorsión de la realidad y la manipulación de la opinión pública se han convertido en uno de los grandes problemas de la sociedad conectada. Hacer frente a este reto es posible gracias a la existencia de la tecnología para luchar contra la posverdad, sin olvidar que, además de la tecnología, es necesaria la implicación de instituciones públicas, compañías, plataformas tecnológicas, agencias de verificación y, por supuesto, la reflexión del ciudadano.  

Hoy en día, cualquier persona que disponga de un smartphone o conexión a internet puede consumir información sin límites ni barreras físicas, y también puede crearlo. Sin embargo, a pesar de tener un mayor acceso a contenidos, noticias y fuentes, en los últimos tiempos, el concepto posverdad se ha extendido con virulencia.  

¿Qué es la posverdad? 

Según la definición de la Real Academia Española de la Lengua, RAE, La posverdad es un neologismo que hace referencia a la distorsión deliberada de la realidad, manipulación de creencias y emociones con el objetivo de influir en las opiniones y decisiones de la población.  

El origen del concepto se remonta a principios de los años 90, cuando el dramaturgo serbio Steve Tesich empleó la palabra post-truth en un artículo publicado en el diario The Nation. No obstante, a raíz de los medios de comunicación masivos, o mass media, y la transformación digital, la posverdad se ha vuelto, desde hace ya algunos años, un reto aún mayor para las sociedades democráticas actuales.  

Para solucionar esta problemática, desde las organizaciones públicas y privadas deben impulsar el espíritu crítico, atacando la desinformación desde una participación reflexiva de la población. Porque la desinformación y la generación de bulos se suman al contexto en el que se da la posverdad, donde lo que se busca es manipular los sentimientos y emociones dejando en segundo lugar los hechos objetivos.  

Aquí es donde, la sociedad puede aprovechar la tecnología para luchar contra la posverdad apoyándose en herramientas innovadoras que permitan filtrar las fuentes e inculcar el pensamiento crítico n la ciudadanía, lo que les ayudará a reconocer cuando la información es veraz o no.  

Consecuencias sociales de la posverdad 

La popularización de la posverdad va ligada a múltiples consecuencias negativas para la sociedad democrática, como la creación y propagación de bulos. En primer lugar, la posverdad construye un discurso basado en la capacidad de generar confianza en afirmación y argumentos que parecen verdaderos, pero en realidad ni lo son ni tienen base para serlo.  

Por otra parte, el volumen y ritmo informativo, impulsado por la conectividad, al que está expuesto el ciudadano hace que, con frecuencia, no se verifiquen los datos. Sin embargo, cuando se realiza una verificación y se muestra la falsedad, realmente, no tiene unas consecuencias o repercusión para los responsables, quienes suelen mantener su estatus y legitimidad de cara al público.  

En ocasiones, en el ámbito de la política se emplea la construcción de la posverdad para redirigir al ciudadano a una ideología política determinada. Este hecho afecta, sobre todo, a los pensamientos y conductas de ciudadanos indecisos.  

La construcción de la posverdad ha ido ligada al fenómeno de las noticias falsas (fake news) o bulos. La desinformación no es algo novedoso, sin embargo, en los últimos años, especialmente durante la crisis sanitaria del coronavirus, el esfuerzo para conectar emocionalmente con los ciudadanos y convencerles con sus discursos se ha incremento, condicionando así decisiones.  

Innovación tecnológica para luchar contra la posverdad 

En momentos de crisis, la innovación tecnológica se ha usado como herramienta para generar polarización, difundir discursos de odio y manipular la opinión pública. Pero no se debe “demonizar”, puesto que sus beneficios son muy superiores a sus perjuicios y también es una gran aliada para acabar con la posverdad.  La conectividad forma parte de la solución para contrarrestar la desinformación, especialmente teniendo en cuenta la rapidez con la que se difunden los contenidos.  

Verificación de datos e inteligencia artificial 

El papel de las agencias de verificación es cada vez más relevante en las sociedades democráticas, ya que su principal objetivo es lograr un alto grado de veracidad sobre los datos difundidos masivamente. Este papel también lo ejercen las propias herramientas tecnológicas, que pueden contribuir a localizar la posverdad. Por tanto, si ambas soluciones se unen, los procesos de verificación se agilizarían y optimizarían.  

Ya existen avances muy significados en cuanto a comprobación de datos profesionales e innovación tecnológica. Desde la plataforma Newtral han desarrollado la herramienta con Inteligencia Artificial Claim Hunter. Esta herramienta escucha, transcribe y detecta declaraciones, principalmente, está enfocada para verificar afirmaciones de políticos. Su objetivo es optimizar y automatizar el trabajo periodístico, para así localizar afirmaciones falsas y verdaderas. Esta aplicación ha conseguido una precisión superior al 85% en español, y el equipo ya trabaja para conseguir desarrollar funciones multilingües de IA.  

La auditoría de algoritmos en redes sociales 

Aparte de las agencias de verificación privadas, algunos expertos en datos abogan por crear comisiones de la verdad, que pongan orden en los ecosistemas de desinformación en conjunto, con innovación tecnológica. Otra opción relevante es la formación de un organismo público que impulse la creación de un marco ético, junto al sector privado, que lidere los cambios en las estructuras de contenidos de las plataformas y redes sociales. Esta solución pasa por auditar los algoritmos de las tecnológicas, donde surgen la mayoría de bulos en internet.  

Existen algoritmos cuyo código es público, que permiten consultar los datos, y otros en los que es imposible adentrarse en qué datos recopilan y cómo están programados. Para solventar esta problemática se suele evaluar el impacto del algoritmo, es decir, programar una automatización que represente diferentes tipos de usuarios y se analizan los recursos de cada algoritmo. Por lo tanto, se ejecuta ingeniería inversa para verificar cómo se lleva a cabo la toma de decisiones en las redes sociales.  

Uno de los retos que agrupa política y tecnología, consiste en crear un registro de algoritmos que recopile toda la información sobre cada uno de ellos. Ya hay iniciativas que trabajan en ello, como es el Observatorio de Algoritmos de Impacto Social, impulsado por Eticas Foundation. La herramienta que han generado permite organizar y catalogar todos los algoritmos de las principales plataformas sociales por su dominio o impacto social. De este modo, se pueden entender las consecuencias y el empleo de los algoritmos.  

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