La relación entre naturaleza y perseverancia

Hay una delgada línea entre la perseverancia y la insistencia. El lenguaje es una de las creaciones más perfectas de la civilización actual; tan es así que a veces suele abrir pequeñas grietas donde aguardan las dudas que generan los más grandes desvelos.  Sólo los sentimientos y las emociones logran desentrañar esos nudos que deja el lenguaje

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Raúl Córdoba Seguir

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El ejemplo

Según el diccionario de la lengua española, ‘perseverar’ implica mantenerse constante en la persecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión. Por su parte, ‘insistir’ en su segunda acepción destaca la acción de persistir o mantenerse firme en algo. La casi imperceptible línea que divide perseverar de insistir se encuentra delineada por la convicción. Así, pues, la perseverancia parece tener un motivo mayor que una simple insistencia, que, -aunque en ocasiones se pueda usar como sinónimo- puede carecer de motivo y quizás, aguarde algo de pretensión, cuestión que en la perseverancia parece no estar.

En cualquier caso, ayúdenme a dilucidar sobre estos conceptos con un ejemplo que nos dispone la propia naturaleza.

La Oophaga pumilio o rana flecha roja y azul de Costa Rica es un ejemplo vivo. Son consideradas en extremo peligrosas y pueden llegar a medir un poco más que la uña de un dedo pulgar.

En la era mesozoica, hace unos 35 millones de años y dos horas (que es lo que me tardé en escribir este texto) las ranas emergían de las aguas y comenzaban a poblar la tierra.

En lo que ahora es Costa Rica estaban (y aún permanecen allí) unas ranitas que cumplen un rol evolutivo llevan material genético prehistórico y pueden contribuir a conocer el pasado para definir estrategias de conservación.

Con el cambio climático están en riesgo de extinción por las carencias de agua en la selva costarricense. La rana flecha roja y azul coloca sus renacuajos en pequeños espacios de agua dulce para que logren terminar de desarrollarse. La escasez de agua ha causado la muerte de 7 de cada 10 renacuajos.

Las ranas madre han visto una alternativa. Su humedad corpórea le permite mantener vivos a sus renacuajos por unas treinta horas aproximadamente. Cada vez que llueve, la rana escucha que arriba, en la copa de los arboles más altos, hay pequeñas cuencas de agua dulce dentro de las bromelias, tan pura y segura que es el resguardo perfecto para sus crías.

Llegado el día, al despuntar el sol, la rana madre se sube al cuerpo los renacuajos y comienza a subir un árbol selvático de unos 20 metros de alto. Escala su Everest personal, un salto a la vez, puede tardar entre quince y veinte horas para llegar a su destino, ubica la cuenca perfeta y deja a sus renacuajos. Ya ha asegurado al menos una generación más. Repite este proceso unas 50 veces en su vida.

¿La rana flecha roja y azul insiste o persiste?

Para mi nos deja un claro y vivo ejemplo de perseverancia, convicción, apuesta firme y compromiso, valores clave en el entorno organizacional actual y que a veces, solemos minimizar por la importancia técnica o tecnológica. Aunque en sí misma, y por todo lo que se ha mencionado, la cruzada tecnológica también puede ser considerada una ‘acción y efecto de perseverar’.

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