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Prueba y error: el complejo de Dios

La evolución se fundamenta en cambios aleatorios que ocurren en los individuos de una comunidad, seguidos por la selección de aquellos más aptos para sobrevivir en un entorno determinado. No existe planeación ni propósito detrás de estas variaciones: son fruto del azar. Sin embargo, la adaptación favorece la supervivencia y conduce a una mejora gradual, como lo demuestra la propia naturaleza con innumerables ejemplos asombrosos de este proceso. 

Roberto Puche

También el ser humano aprende, en gran medida, a través del ensayo y error, un proceso que está presente de forma implícita desde sus primeras experiencias de vida. Aunque pueda parecer un proceso lento o imperfecto, se trata de una estrategia natural que ha acompañado tanto a la evolución de la especie humana como al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Por ejemplo, un niño aprende a caminar cayéndose una y otra vez hasta lograr el equilibrio. Un estudiante resuelve problemas cometiendo errores antes de llegar a la solución correcta. Del mismo modo, un adulto toma decisiones y se enfrenta a sus consecuencias, lo que representa un reto constante que impulsa su aprendizaje. En este caso, los cambios no son completamente aleatorios. Al menos en principio, se busca que conduzcan a un mejor resultado.

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Aquellos que se consideran poco prometedores o con altas probabilidades de fracasar suelen descartarse de antemano. Es así como el ensayo y error se aplica en múltiples ámbitos: desde un niño que aprende a caminar, hasta un científico que ajusta un experimento o un emprendedor que prueba distintas estrategias de negocio. 

Ensayo y error como estrategia de aprendizaje

El método de prueba y error consiste en intentar diferentes opciones, buscando aquella que conduzca a la mejor solución en pro de conseguir el resultado esperado. A primera vista, los errores pueden parecer fracasos; sin embargo, en realidad representan oportunidades para obtener información valiosa, identificar las alternativas que no funcionan y redirigir los esfuerzos hacia caminos más efectivos. 

En el contexto empresarial actual, donde la incertidumbre y la rápida evolución del mercado ejercen una fuerte presión, las empresas se ven en la necesidad de adoptar enfoques ágiles que les permitan innovar y adaptarse con rapidez. El libro Lean startup, de Eric Ries, propone un método basado en la experimentación constante, el aprendizaje validado y el uso eficiente de los recursos para desarrollar productos y servicios que realmente respondan a las necesidades del cliente. Esta metodología impulsa a las empresas a probar soluciones aun en borrador y sin terminar, mediante ciclos cortos de prueba y error, minimizando riesgos y optimizando el proceso de creación, lo que resulta clave para lograr el éxito sostenible en un entorno competitivo. 

El “Complejo de Dios”

Este método es esencial para el aprendizaje y la innovación, pero con frecuencia se enfrenta al llamado “Complejo de Dios”, tal como lo bautizó Tim Harford en su charla de TED y de donde tomé el título de esta columna. Es una actitud que busca alcanzar la perfección desde el primer intento. Para muchos de nosotros, esta actitud está muy arraigada y no nos permitimos cometer errores ni tomar decisiones rápidas, convencidos de que todo debe salir bien desde el inicio. Esta percepción nace en la creencia de que equivocarse es algo negativo y se ve reforzada por la presión del juicio social; también limita la creatividad y genera temor a arriesgarnos, reduciendo la capacidad de innovación. Con frecuencia sobreestimamos nuestra capacidad de prever el futuro y subestimamos las lecciones que la realidad puede ofrecernos sobre una idea. 

En el desarrollo de la tecnología ha sido un motor fundamental, ya que, a través de este método, los inventores y científicos prueban distintas soluciones, identifican fallos y los corrigen hasta alcanzar resultados funcionales que conducen al resultado esperado. Desde los primeros intentos por crear máquinas simples hasta los avances actuales en inteligencia artificial, este proceso ha demostrado que cada error es, en realidad, una oportunidad para aprender y mejorar. En la tecnología, equivocarse no significa fracasar, sino avanzar un paso más hacia la solución adecuada. 

Aceptar el ensayo y error como camino en los procesos de descubrimiento e implementación es reconocer que la perfección rara vez surge de un primer intento. La verdadera mejora proviene de la repetición, la perseverancia y la capacidad de aprender de cada equivocación. En última instancia, este método nos enseña humildad, resiliencia y la importancia de confiar en los procesos graduales de crecimiento. 

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