IA, la ciencia que hay detrás de las máquinas que piensan

En los últimos años hemos podido ver cómo la IA está copando los titulares de la actualidad por sus aplicaciones, por ejemplo, a la hora de salvar vidas, ayudando a los médicos a trabajar, o a la conducción autónoma, entre otros casos de uso. Y Pablo, como amante de la tecnología y de la creación de herramientas que facilitan la vida a las personas rápidamente se interesó por esta rama.

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La Inteligencia Artificial ha sido la protagonista de la primera transmisión en directo de Twitch de Telefónica. Juanma y Noelia, del departamento de comunicación han ido desgranando las características de esta innovadora tecnología de la mano de Pablo Gómez, de 20 años. Descubrimos qué es la IA y para qué sirve.

Esta joven promesa de la IA es estudiante de Campus 42, de Fundación Telefónica, y ha compaginado con el estudio de la carrera de Ciencia de Datos, IA en la Universidad Politécnica de Madrid. Tal y como explica Pablo, una máquina “piensa y razona en cierto modo, y permite ayudarnos a crecer como sociedad”.

¿Qué es la IA?

Pablo nos acerca a todos el significado real de esta disciplina tan reciente, que cuenta con menos de un siglo de edad. No se trata de magia, se trata de ciencia. Esta tecnología va más allá del concepto de “máquinas pueden pensar, razonar y sentir, y ya está definido”, aunque no debemos olvidar “que en el futuro estas definiciones habrán evolucionado seguramente”. Aunque de todas las propuestas, Pablo toma la definición creada por el científico Michael Mitchell para hacernos entender que no es magia, y dice que “un sistema es inteligente si su rendimiento mejora en base a la experiencia”. Esto se puede comparar con la forma en la que aprendemos los humanos: ¿Cómo aprendemos?, pregunta el joven experto, en base a los intentos fallidos, a la experiencia que nos proporcionan los fallos previos. “Y una máquina va a intentar replicar esta forma de aprender”.

Existen tres tipos de IA que se aplican según el tipo de problema al que las máquinas deben hacer frente. ¿Lo sabías? El aprendizaje supervisado, el no supervisado y el reforzado. Los algoritmos de la IA son predictivos, toman uno o varios valores (datos) de entrada para analizar, y en función de ello ofrece unos resultados de salida, es decir, una predicción. Se trata de una predicción fiable ya que, antes de ser utilizada ha sido previamente entrenada, con lo que acumula una experiencia adquirida.

¿Y cómo se entrena un algoritmo? Dándole millones y millones de datos para que pueda obtener patrones. Un claro caso de uso es el empleo en el análisis de pruebas médicas para obtener una predicción de diagnósticos de manera rápida y fiable. Empresas como Google ya utilizan este tipo de IA para analizar y mejorar los cultivos.

Por su parte, el aprendizaje no supervisado entrena el algoritmo de otra forma. En este caso ofrece un patrón que ayuda a clasificar, y no a predecir. Se utiliza mucho en las plataformas de redes sociales, ya que encuentra patrones de conducta entre los usuarios de una plataforma, y clasifica los contenidos que consumen según sus gustos, entre otras aplicaciones.

Mientras los algoritmos anteriores se entrenan mediante conjuntos de datos y aprenden en base a la experiencia, el aprendizaje reforzado lo hace de otra manera que no es la que utilizamos los seres humanos: prueba-error. En este caso, para que el algoritmo aprenda, se establece un sistema de “recompensas” según las decisiones que tome, si son acertadas o no. Esto puede aplicarse, por ejemplo, a los robots de limpieza que podemos utilizar en nuestras casas.   

La IA replica el comportamiento humano, pero ¿hasta qué punto eso es bueno?

Juanma y Noelia plantearon el debate filosófico entorno a estos procesos, un aspecto que interesa a la sociedad, con peligros como los Deep Fake o las suplantaciones de identidad. Para hablar de ello Pablo hizo la siguiente pregunta: ¿la tecnología es buena o mala? ¿O depende más bien del uso que le demos?

Pero, ¿y si la IA llega más allá en el futuro? ¿Dejaremos de funcionar como sociedad? Según el experto, “sustituir a los seres humanos por la tecnología no nos ayudaría a avanzar como sociedad si las personas no somos productivas, y dejaríamos de entender cómo funciona esa tecnología”. Al contrario, la tecnología nos puede ayudar muchísimo, y pone el ejemplo del soporte que ofrece al predecir enfermedades, “pero por ello no vamos a prescindir de los médicos”.

Tal y como dice Pablo, entender cómo funciona ayuda a desmitificar los debates éticos y morales que plantea. Se trata de una innovación muy útil pero no debemos pecar de entusiastas. Sin embargo, la falta de regulación puede perjudicar a las sociedades. Por ejemplo, la existencia de sesgos (tendencia desproporcionada), que es uno de los grandes problemas que tiene, y eso es algo que las sociedades deben combatir.

Como nos beneficiamos de la IA

El sector de la medicina ha sido uno de los más beneficiados con el desarrollo de estos avances técnicos. Ayudan a los médicos a encontrar patrones, gracias al análisis de enormes cantidades de datos, que de otra manera podrían pasar desapercibidos para los especialistas sanitarios. Hay Inteligencias Artificiales que son capaces de detectar estados emocionales a través del uso de las redes sociales.

Otras aplicaciones destacadas de IA las encontramos en la movilidad y la conducción. Los asistentes de aparcamiento, o usos más evolucionados como la conducción autónoma que mejora la seguridad en carretera, y tiene como objetivo reducir la mortalidad al volante, o los problemas derivados de la movilidad como la congestión del tráfico y la contaminación que ello conlleva, solucionando problemas de manera global, ya que se espera que en 2025 haya más de 500 millones de coches conectados.

Al hablar del uso de los idiomas y de la traducción automática (en lugar de trabajar con un traductor profesional), esto llevó a Noelia, Juanma y Pablo a otro debate: ¿nos van a sustituir las máquinas en el trabajo? Pablo mencionó a José Ignacio Latorre, experto en la materia, y con el que comparte opinión: la tecnología debe complementar el trabajo de las personas, no sustituirlas, ya que las máquinas no son capaces de entender los matices emocionales de los seres humanos.  

Sin embargo, debido a su gran potencial, se está aplicando a muchísimos campos, y cada vez más.

Siguiendo los pasos de Touring, el padre de la IA

El trabajo de Alan Touring está presente en la formación de esta joven promesa de la Inteligencia Artificial. “Tuvo una vida complicada y pese a ser un incomprendido supo sacar adelante un montón de proyectos, entre los cuales podemos considerarlo como uno de los padres de la IA”. 

Al matemático británico le debemos el diseño de un ordenador digital electrónico conocido por sus siglas como ACE, Automatic Computer Engine, y el de otro ordenador, en 1947, llamado Manchester Mark I. Gracias a su interés en replicar las funciones del cerebro humano en estas máquinas, sentó las bases de esta tecnología en torno a 1950.


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