El proceso de digitalización de las aulas
Pese a la relevancia que ha cobrado estos últimos años la digitalización de las aulas, la realidad es que es un proceso que se inició hace más de dos décadas. Con la democratización del uso de ordenadores en el hogar y el entorno laboral, los centros educativos comenzaron a dedicar aulas para el uso de ordenador -lo que conocemos como “salas de informática”-. Parte de la actividad académica se desplazó a estas salas, ya fuese tanto para clases de informática en las que introducían nociones básicas digitales, como para complementar las lecciones basadas en los libros de texto de otras asignaturas.
La pandemia marcó un punto de inflexión en la velocidad de la digitalización de las aulas. Pese a contar con una serie de herramientas y recursos digitales, gran parte de los centros educativos tuvieron dificultades en trasladar al completo su actividad al plano digital. Esta señal de alarma se tradujo en la implementación de diversos planes de digitalización de las aulas dirigidos a docentes y estudiantes para su capacitación digital y uso de nuevas tecnologías.
En poco tiempo, la digitalización pasó de estar moderadamente presente en la vida de los menores -esencialmente, en sus interacciones sociales y ciertas lecciones académicas-, a estar de manera activa en todos los niveles de su desarrollo. La falta de progresión y acompañamiento en este cambio ha generado diversos retos, siendo ahora mismo la des-digitalización de las aulas un tema en el foco del debate.
Al hablar de des-digitalizar las aulas conviene separar el debate sobre el uso de dispositivos personales (¿llevar o no dispositivos móviles personales a la escuela?), del debate sobre el uso de dispositivos digitales en el proceso de enseñanza (¿usar tabletas en lugar de libros de texto? ¿usar pantallas en las actividades educativas?).
Cuando hablamos de des-digitalizar las aulas no referimos al segundo de estos puntos. Llevar dispositivos móviles personales a los colegios responde a otro debate diferente que no abordamos en este artículo.
Los riesgos de la digitalización de las aulas
Dos de los argumentos más usados para la des-digitalización de las aulas son el impacto en la concentración y el descenso del esfuerzo de aprendizaje del alumno.
El uso de dispositivos digitales puede tener un impacto en la concentración de los alumnos. La desconexión de las lecciones por parte del alumno es un riesgo que siempre ha existido. Antes esta abstracción era por medio de la imaginación; perdiéndote en el mundo de los pensamientos, escribiendo notas a compañeros o dibujando en el cuaderno. Ahora este riesgo se muestra como algo más tangible asociado al mundo digital.
Por otra parte, el fácil acceso a contenidos y a diversas plataformas de inteligencia artificial generativa hace que los alumnos no dediquen tanto tiempo a la búsqueda y selección de información. Sin embargo, en lugar de afrontar esta nueva realidad con la vuelta a lo analógico, debería concebirse como una transformación más en nuestra historia. En esta línea, la estrategia más atractiva sería la adopción de un nuevo enfoque educativo que fortalezca habilidades humanas -como la creatividad o el pensamiento crítico- que permitan elevar los resultados que la tecnología puede ofrecer.
Los riesgos del freno a la digitalización de las aulas
Las des-digitalización de las aulas puede tener implicaciones tanto en el futuro de las nuevas generaciones, como en la competitividad. Destacan tres riesgos principales; un menor desarrollo de habilidades digitales, una disminución de la innovación a futuro, y el incremento de la brecha entre alumnos con mayor y menor poder adquisitivo.
Des-digitalizar las aulas no solo implica reducir el acceso a dispositivos y servicios digitales en el ámbito educativo, sino también el conocimiento y la experiencia en el uso de la tecnología. La falta de acompañamiento por parte de los centros educativos, tanto en el primer contacto con la tecnología, como en el empleo continuado, limita la adquisición de habilidades digitales “blandas” -como el uso responsable- y “duras” -como el manejo de nuevas tecnologías o programas informáticos-.
También la falta de contacto con la tecnología y de actualización acerca de nuevos desarrollos en la era digital puede dar lugar a una menor innovación. En este sentido, los alumnos desconocerían casos de estudio claves que les permitiese abrir la mente y explorar el mundo de posibilidades que ofrece la tecnología.
Finalmente, la des-digitalización no se abordaría de forma uniforme en todos los centros educativos. Por tanto, las dos consecuencias anteriormente mencionadas de la des-digitalización de las aulas podrían ampliar la brecha socioeconómica.
¿Cómo se puede incorporar de manera efectiva la tecnología a las aulas?
A la hora de introducir dispositivos y servicios digitales en las aulas, se deberían considerar los siguientes puntos:
- Fomentar un uso responsable de la tecnología. El programa académico debe contar con lecciones orientadas a la adquisición de habilidades digitales “duras” y “blandas”, siendo la noción de uso responsable parte del currículo de habilidades digitales “blandas”.
- Introducir dispositivos y aplicaciones digitales con intencionalidad pedagógica en su diseño. Las tecnologías que se implementen en las aulas deben diseñarse considerando su uso por parte de menores en las aulas, incorporando exclusivamente aquellas funcionalidades que les permitan desarrollarse a nivel académico.
- Lograr un equilibrio entre métodos tradicionales analógicos y la digitalización. Los beneficios y posibilidades que ofrece la digitalización no es razón para desestimar métodos tradicionales efectivos que contribuyen positivamente a la adquisición de nuevo conocimiento por parte de los alumnos. Es por ello que la lección debe planificarse considerándose tanto opciones analógicas como digitales.
La digitalización de las aulas no puede consistir simplemente en introducir dispositivos y aplicaciones digitales; es un cambio en la metodología de la enseñanza y aprendizaje que abre la puerta a nuevas oportunidades, experiencias e ideas.
Desde Telefónica, llevamos años apostando por esta transformación, siempre siendo conscientes que debe realizarse con sentido, de forma progresiva y efectiva y considerando los riesgos derivados de un mal uso a los que podrían enfrentarse los menores en el entorno digital.