Recientemente, la Comisión Europea ha dado inicio al proceso de ratificación del acuerdo de libre comercio alcanzado en diciembre de 2024 con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, entrando así en la fase final para lograr su aprobación definitiva.
Tras las dudas que ha planteado el acuerdo alcanzado recientemente entre la UE y Estados Unidos, el acuerdo UE-Mercosur ha cobrado una particular relevancia para la UE considerándose como una condición necesaria para avanzar hacia la Autonomía Estratégica Europea.
Pero más allá de su importancia como prioridad dentro de la estrategia comercial europea, el acuerdo significa una apuesta clara por parte de Europa en favor del libre comercio y la utilización de su política comercial como un instrumento de acercamiento a otras regiones.
El acuerdo entre la UE y los países del Mercosur supondrá la eliminación paulatina de los aranceles para la mayoría de los productos, exceptuando únicamente algunos productos agrícolas sujetos a contingencias especiales.
Con su ratificación se crearía un mercado común de 780 millones de habitantes, la mayor zona de libre comercio del mundo. Las últimas condiciones incluidas en el acuerdo han tratado de dar respuesta a las inquietudes de ciertos colectivos, como los agricultores, preocupados ante una posible competencia desleal por parte de los productores de Mercosur.
Asimismo, se han incluido cláusulas para la protección del medioambiente con la pretensión de que se conviertan en verdaderos estándares ambientales y sociales más allá de meros requisitos de exportación.
Separación de pilares para acelerar la implementación
El pasado 3 de septiembre, la Comisión adoptó propuestas de Decisiones para el Consejo, relativas a la firma y celebración de dos instrumentos jurídicos paralelos: el Acuerdo de Asociación UE-Mercosur (EMPA por sus siglas en inglés) y el Acuerdo Comercial Provisional (iTA).
Eventualmente, el iTA será derogado y sustituido por el EMPA una vez que éste sea plenamente ratificado y entre en vigor. Esta decisión supone un avance significativo ya que materializa la voluntad de la Comisión de separar el pilar comercial, que es competencia exclusiva de la UE, de los pilares político y de cooperación. Esto permitiría que el acuerdo entre en vigor tras la aprobación del Consejo y el Parlamento Europeo, sin necesidad de la ratificación de los parlamentos nacionales.
Desde la perspectiva empresarial, el fortalecimiento de las instituciones, los mecanismos anticorrupción y el fortalecimiento de las capacidades administrativas en los países socios son tan importantes como las reducciones arancelarias o el tamaño del mercado. La seguridad jurídica, el establecimiento de mecanismos arbitrales eficaces que protejan las inversiones, los programas de cooperación jurídica o la digitalización de los procesos administrativos resultan elementos indispensables.
La actual situación geoestratégica requiere socios estratégicos fiables
El comercio internacional ha vivido en los últimos tiempos una situación compleja. Esto ha impulsado a los países europeos a diversificar sus relaciones económicas y comerciales globalmente.
En este contexto, Mercosur adquiere una relevancia renovada. Los efectos de la guerra en Ucrania, sumados a la política arancelaria de la administración Trump, han transformado el escenario internacional, generando una presión adicional para que ambos bloques avancen y culminen el acuerdo alcanzado en Montevideo en diciembre de 2024.
Además, del acceso a nuevos mercados, para Europa, el acuerdo con Mercosur significa una mayor diversificación de proveedores y consecuentemente una mayor resiliencia de las cadenas globales de valor.
La UE también ve a Mercosur como un socio fiable en su objetivo de reducir la dependencia de China en la minería y el acceso a minerales críticos y las tierras raras para asegurar la transición energética y la transformación industrial. El acuerdo garantizará que la mayoría de estos materiales no estén sujetos a impuestos a la exportación.
La Comisión Europea avanza firmemente hacia la construcción de consensos para lograr una posición europea común
El acuerdo debe ser firmado ahora por los Estados miembros de la UE, la mayoría de los cuales están a favor del acuerdo, deseosos de compensar el deterioro de la relación comercial con Estados Unidos.
Durante un tiempo, Francia contó con el apoyo de Polonia, Países Bajos, Austria y, potencialmente, Italia para formar una minoría suficiente para el bloqueo del acuerdo en el Consejo. Pero, tras meses de negociaciones sobre un acuerdo arancelario con Estados Unidos, el equilibrio parece haber cambiado. Al igual que entre los socios del Mercosur, entre los Estados miembros de la Unión Europea parecen darse las condiciones favorables.
Las circunstancias han fijado el foco en la posible firma durante la próxima cumbre semestral de Mercosur que se llevará a cabo en Brasilia en diciembre de 2025.
La oportunidad del momento viene determinada por el consenso de todos los países del Mercosur. Particularmente destacable es el firme impulso de Lula da Silva, quien ha mantenido conversaciones directas con Emmanuel Macron, con el presidente de España, Pedro Sánchez, así como con la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad durante su visita en Brasilia; Kaja Kallas, aseguró entonces la voluntad política de la UE para definitivamente cerrar el acuerdo.
Las consecuencias para la credibilidad y el futuro de la integración por un nuevo aplazamiento o la falta de firma definitiva del acuerdo, tendría importantes implicaciones para ambos bloques.
Para el Mercosur, las consecuencias serían importantes, pudiendo desembocar en una nueva crisis con resultados impredecibles. Por su parte la UE debe concretar la firme voluntad política para firmarlo, enviando la señal de que no se encuentra fragmentada y que tiene una sola voz.
Si Europa desea hacer efectiva la autonomía estratégica, el momento es ahora.