Telefónica se propone ir más allá del Acuerdo de París

El XI Workshop de Energía y Cambio Climático de Telefónica este año ha sido muy especial para mí. No solo por ser virtual y no poder abrazar a los participantes (compañeros, proveedores tecnológicos, inversores…), sino porque marca un punto de inflexión en nuestra trayectoria y en nuestro papel para ayudar a construir una sociedad y una economía más verdes.

Maya Ormazabal

Maya Ormazabal

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El XI Workshop de Energía y Cambio Climático de Telefónica este año ha sido muy especial para mí. No solo por ser virtual y no poder abrazar a los participantes (compañeros, proveedores tecnológicos, inversores…), sino porque marca un punto de inflexión en nuestra trayectoria y en nuestro papel para ayudar a construir una sociedad y una economía más verdes.

Esto, por un lado, nos hace sentir muy orgullosos, pero es también una responsabilidad enorme por los grandes retos que implica para nosotros como compañía. Retos que van más allá de nuestra propia huella de carbono porque tenemos que ser capaces de ayudar a la transición energética de los países y de usar la digitalización como palanca de cambio del modelo económico.

“No hay dicotomía entre economía y medioambiente”, nos contaba Valvanera Ulargui, directora general de la Oficina Española de Cambio Climático. Durante el workshop nos comentaba que nuestros objetivos nos harán más competitivos, mejores con nuestros clientes, y nos recordaba que somos motor de cambio climático para otros sectores, para las ciudades inteligentes y también para que los ciudadanos descarbonicen sus hábitos.

Invertir frente al cambio climático generará cohesión social y progreso. Las estimaciones que compartió con nosotros durante el workshop Natalia Fabra, catedrática de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid, hablan de un multiplicador económico del 2,3 y de 200.000-300.000 puestos de trabajo para España. “El coste de no actuar es mayor que el de actuar”. Y para Fabra, “hablar de la acción climática es hablar de las empresas”.

TODOS ON BOARD

Todos los que trabajamos en Telefónica –el 1% de la retribución variable de los empleados está vinculado a nuestro objetivo de reducción de emisiones– somos conscientes de que somos parte de la solución a la emergencia climática. Sabemos, además, que tenemos que empezar por nosotros mismos, por nuestra huella de carbono, y desde esa red verde ofrecer soluciones Eco Smart a nuestros clientes.

De ahí que nos hayamos comprometido a tener cero emisiones netas en 2025 y a reducir ese mismo año las de nuestra cadena de valor un 39%, situándolas en cero neto en 2040. Y, en paralelo, trabajaremos para que nuestros clientes eviten 5 millones de toneladas de CO2 anuales. Vamos a ir por tanto más allá del Acuerdo de París, y de nuestro propio sector, que fija 2050 para la neutralidad climática.

Ángel Vilá: “Telefónica es parte de la solución a la emergencia climática gracias a nuestras redes y servicios Eco Smart”

En este tema tan importante como los objetivos, es cómo se consiguen porque en el camino estamos fomentando, o no, una sociedad y una economía más verdes y justas. Por ejemplo, no solo tenemos que ser 100% renovables, sino que podemos ir más allá y aportar adicionalidad renovable al mix energético de los países donde operamos. Como gran consumidor de energía que somos, los acuerdos de largo plazo con las empresas eléctricas y la autogeneración han de servirnos para tener una red baja en carbono e impulsar la generación de electricidad limpia. Así, en Brasil estamos contribuyendo a la construcción de pequeñas plantas renovables, que tienen beneficios más allá del CO2, minimizan cualquier posible impacto ambiental, favorecen el acceso a pequeños generadores y además promueven el empleo a lo largo del territorio, en muchas ocasiones, en entornos rurales desfavorecidos. Más del 80% del consumo de baja tensión de Vivo estará bajo este modelo a finales de 2021, atendiendo a más de 28.000 emplazamientos (torres, antenas, tiendas, equipos de telecomunicaciones y oficinas), fundamentalmente con energía solar y pequeñas centrales hidroeléctricas.

TECNOLOGÍA Y PRECIO AL CARBONO

Además, la red de telecomunicaciones ha de ser también cada día más eficiente, aunque el tráfico de datos siga creciendo vertiginosamente. Tenemos que ser capaces de aprovechar la revolución tecnológica para que nuestra red sea verde generación tras generación, desde el despliegue, a la gestión y al apagado. Lo hemos conseguido hasta ahora y lo haremos también con el 5G, que consume hasta un menos 90% de energía por byte. Para ello no solo seguiremos impulsando la innovación con nuestros proveedores tecnológicos, sino que daremos un paso más: fijaremos un precio de carbono para hacer inversiones y compras que impliquen menos emisiones de CO2.

Y en el cómo también es importante lo que hagamos con las emisiones que no podamos reducir, que estimamos en un 10%. Será una cantidad residual que neutralizaremos con proyectos de absorción de CO2, preferentemente basados en la naturaleza, que cuenten con los certificados más confiables y buscando, además, un valor añadido en generación de empleo y biodiversidad.

ECONOMÍA DESCARBONIZADA

El gran reto -y responsabilidad- que tenemos las compañías tecnológicas es ayudar a descarbonizar toda la economía con esas redes verdes que hacen posible la digitalización. El potencial está ahí y es necesario sacarle partido.

La digitalización junto con la energía, son dos transiciones necesarias para descarbonizar la economía y mejorar nuestra calidad de vida. Nos lo contaba en el workshop Jyrki Penttinen, Gerente Senior de Tecnología. de GSMA Norteamérica: “La Internet de las Cosas (IoT) puede contribuir a la reducción de los gases de efecto invernadero gracias a la optimización del transporte y los viajes, los edificios, las redes de electricidad, los servicios, la manufactura y la agricultura”. Esto vamos a poder potenciarlo con el 5G. En Telefónica lo comprobamos cada día con nuestros clientes de ahí que nos hayamos propuesto incrementar día a día las emisiones que reducen con nuestros servicios hasta llegar a 5 millones de toneladas de CO2 al año, en 2025.

En la actualidad, contamos con muchos ejemplos de soluciones Eco Smart -teletrabajo, gestión de flotas, servicios para las smart cities, la smart agro o la smart industry…- y los casos de uso se están multiplicando. Es necesario seguir innovando, con un enfoque abierto, con otras compañías y emprendedores. Y también sensibilizar dentro de nuestro ecosistema, a los clientes, para que tengan en cuenta los beneficios ambientales de la digitalización, que son también económicos porque como vemos, hay una simbiosis, aunque todavía no es perfecta. ¡El futuro es hoy, no lo dejemos escapar!


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