En este artículo, exploramos los desafíos que enfrentan las empresas de telecomunicaciones en Brasil y México, y cómo estas barreras afectan la rutina y la expansión de la infraestructura.
El caso de Brasil: cuando la conectividad es bloqueada por el crimen organizado
En Brasil, la expansión de la infraestructura de telecomunicaciones enfrenta dificultades en ciertas regiones donde grupos criminales han consolidado su control sobre el territorio. Un ejemplo claro ocurre en Río de Janeiro, donde organizaciones criminales han expandido su dominio más allá de las favelas, ejerciendo control sobre barrios adyacentes [1].
En estas áreas, los grupos criminales establecen barricadas y restringen la circulación de personas [2], imponiendo tarifas ilegales a residentes y comerciantes, promoviendo la venta de productos robados e incluso monopolizando el acceso a servicios de internet fijo. Esto resulta en una serie de impactos negativos:
- Restricciones a la expansión de la red: en muchos casos, las operadoras no pueden instalar nuevas infraestructuras porque los grupos criminales bloquean el acceso de los técnicos.
- Limitaciones en el mantenimiento y soporte: problemas en la red fija y móvil pueden tardar en resolverse o incluso quedar sin solución debido a la falta de seguridad para los equipos de soporte.
- Calidad del servicio afectada: la falta de mantenimiento adecuado y la imposibilidad de actualización tecnológica en estas áreas pueden generar una brecha digital aún mayor.
Esta situación representa un desafío significativo para la rutina operativa de las empresas de telecomunicaciones, que necesitan equilibrar la expansión de la conectividad con la gestión de riesgos para sus equipos, garantizando al mismo tiempo la calidad en la prestación del servicio.
El contexto en México
Según Rodolfo Rodríguez Acuña, Head de Operaciones Red en Telefónica México, en su dicho país las empresas de Telecomunicaciones enfrentan un gran reto frente a la delincuencia y el crimen organizado, tanto para la expansión de su infraestructura, como el mantenimiento de esta misma.
En los últimos años, se ha detectado que adicional a las extorsiones y con las viviendas existe robo de infraestructura, la cual es destinada a la instalación de redes privadas del crimen organizado.
La Cámara Nacional de la Industria Electrónica de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CANIETI), asociación que agrupa a las operadoras, señaló que las empresas de telecomunicaciones enfrentan extorsiones y control de plazas que impiden el mantenimiento y expansión de las redes, además de la instalación de redes piratas usando infraestructura robada [3].
Estrategias y soluciones: el camino a seguir
Ante este escenario, las empresas de telecomunicaciones han considerado distintas opciones, dentro de las que destaca la posibilidad de establecer colaboraciones estratégicas con las autoridades, como el Ejército y la Guardia Nacional.
Otra de las alternativas es la ejecución de actividades de mantenimiento en horarios diurnos, en zonas donde prácticamente es imposible trabajar por la noche.
Si bien estas estrategias han demostrado ser efectivas en algunos contextos, el desafío sigue presente y las operadoras deben continuar innovando para superar las barreras impuestas por la criminalidad y garantizar el acceso universal a la conectividad.
Conclusión
El acceso a las telecomunicaciones ya es considerado un derecho fundamental en la sociedad contemporánea y una herramienta crucial para el desarrollo social y económico. Sin embargo, garantizar este acceso se convierte en un desafío complejo para las operadoras en regiones donde el crimen organizado ejerce un control territorial.
Frente a este problema, es crucial fortalecer la cooperación entre empresas, gobiernos y comunidades para desarrollar soluciones innovadoras que permitan garantizar la conectividad de forma segura y eficiente.
Las telecomunicaciones no son solo un servicio, sino un pilar fundamental para la inclusión digital y el desarrollo. Enfrentar estos desafíos con estrategias bien estructuradas y una visión a largo plazo es clave para construir un futuro conectado con equidad.