Cuando miro el perfil de mis dos sobrinas de 12 y 17 años en las redes sociales o veo comentarios de ellas o de sus amigos sobre ellas, no puedo dejar de asombrarme de la facilidad con la que airean sus sentimientos, sus desamores, sus decepciones, sus discusiones, así como todo estado de ánimo o pensamiento profundo que se les ocurra en ese momento. Esta facilidad es la extimidad.
Cuando me ven no me cuentan nada. Pero todas las respuestas están en las redes sociales. ¿Por qué tienen los jóvenes tal necesidad de exponer públicamente sus sentimientos y luego se muestran tan púdicos con las personas cercanas?
La “memoria de Internet” hace que lo que se cuenta en público se quede ahí, conformando nuestro perfil digital. Y, cuando busquemos trabajo, los señores de Recursos Humanos lo escrutarán.
Es importante explicar a nuestros hijos el concepto de perfil o identidad digital, que velen por guardar su intimidad, que piensen en las consecuencias… Deben entender que lo que no harían en la vida real, no deben hacerlo en la vida digital.
Las redes sociales son un medio de comunicación excelente, no debemos estropearlo con malas prácticas, basta un poco de sentido común, buscar las configuraciones de privacidad y subirlas al máximo y a disfrutar.
