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La medición y la gestión del impacto social serán claves para fomentar una economía para todos

¿La economía debe poner el ámbito financiero al mismo nivel que las necesidades sociales y medioambientales o debería ser al revés? 

Tiempo de lectura: 9 min

Invertir en los demás tiene premio, porque nos beneficia a todos. La economía de impacto es un nuevo modelo que deja atrás paradigmas más tradicionales y ofrece nuevas herramientas para medir y mejorar su gestión y transparencia. Para desarrollar este modelo necesitamos hablar un mismo idioma que fomente otra forma de crear proyectos. 

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La crisis sanitaria ha dejado al descubierto ciertas carencias de los sistemas y de las instituciones que marcan el ritmo de la sociedad en la que vivimos. Se calcula que la pandemia condenará a más de 250 millones de personas en el mundo a formar parte de un ciclo de pobreza del que es difícil salir.

Sobre esta realidad además planea una crisis climática global, cuyas consecuencias afectarán profundamente a las rentas más bajas. Este escenario indica claramente que la economía tradicional no funciona. 

Por lo tanto, ¿la economía debe poner el ámbito financiero al mismo nivel que las necesidades sociales y medioambientales o debería ser al revés?  En realidad, es la propia sociedad la que puede impulsarlas para que ganen peso.

Esta corriente de pensamiento entronca con las generaciones más jóvenes, que están cambiando las reglas del juego, proyectando una nueva visión de nosotros mismos: más como ciudadanos y no como clientes.

Y las empresas debemos hacer frente a los retos que se plantean en un mundo condicionado por las desigualdades. La búsqueda de soluciones es vital en este siglo XXI, de los desastres naturales y de la pandemia, y pasa por apostar por la economía de impacto, un nuevo instrumento financiero que creció entre 2018 y 2019 un 60% en España.

El informe ‘Propuestas para la medición y gestión del impacto’ sienta las bases para tener un lenguaje común y conseguir estandarizar los indicadores sociales

Una nueva forma de invertir

La economía de impacto es un mercado joven que tiene todavía mucho margen de desarrollo especialmente en España, donde lleva poco tiempo. Este modelo prioriza a aquella actividad económica que genere un impacto positivo, y que fomente tanto la reducción de las diferencias sociales como el cuidado de la naturaleza.

Así, quienes ya invierten en proyectos de impacto social dan ejemplo y son los primeros en apoyar aquellas iniciativas que se alejan de aquellas fórmulas tradicionales que no cuentan con las necesidades de los más desfavorecidos.

Para que este nuevo modelo, que mide el éxito en resultados inclusivos y no en datos económicos, alcance todo su potencial, debemos generar unas normas estables y extensamente aceptadas por la gran multiplicidad de organizaciones que conforman el ecosistema económico y social podamos medir y gestionar esos impactos.

Un lenguaje común para medir y gestionar el impacto

Ya sabemos la importancia que tienen los datos: aportan información imprescindible para mejorar. Y en este caso el último objetivo de la medición es expandir el impacto social y medioambiental positivo.

Por ello hay que tratar de evitar seleccionar aquellas herramientas que puedan introducir datos y prácticas poco transparentes.

El ecosistema necesita identificar métodos para evaluar el progreso y promover el crecimiento y la innovación.

Precisamente para medir ese éxito del modelo de impacto de forma rigurosa, un grupo formado por 50 organizaciones de todos los sectores, tanto públicos como privados, entre las que se encuentra Telefónica, han elaborado un informe llamado Propuestas para la medición y gestión del impacto, dentro de la Cátedra de Impacto Social, que pertenece a la Universidad Pontificia Comillas, en el que han acordado un lenguaje común sobre la medición y gestión del impacto social.

Este grupo de debate ha identificado, además, las limitaciones y obstáculos que plantea este ejercicio de gestión y ha hecho propuestas concretas de cómo superarlos. También ha profundizado en los conceptos básicos que permiten construir un lenguaje común con el que fortalecer este ecosistema.

El trabajo llevado a cabo en el informe ha fomentado también la necesidad de avanzar en un lenguaje común que determine qué es impacto social y medioambiental, y cuáles son sus beneficios. Este documento pretende, de esta forma, ayudar a aquellas entidades cuyos sistemas de medición son todavía incipientes y establecer unas bases sólidas.

Experiencia de impacto social

Telefónica realiza mediciones de impacto desde 2015 y ha querido participar activamente en la elaboración de este informe aportando su experiencia acumulada en la materia, que le ha llevado por ejemplo a medir su aportación al PIB en los principales mercados en los que opera o su generación de empleo indirecto e inducido, así como el diseño de una metodología para medir las emisiones de CO2 que sus diferentes servicios digitales y de conectividad evitan en los clientes.

La operadora también ha aplicado un modelo de evaluación del valor para identificar, medir y monetizar su huella real tanto a nivel de productos y servicios, como empresa, desde todos los puntos de vista: productivo, humano, social y ambiental.

Y en la actualidad trabaja en un nuevo modelo más completo para mostrar su contribución social y ambiental en un momento crítico en el que todas las empresas han de ayudar a conseguir una recuperación más justa, resiliente y verde.


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