Cómo proteger a los menores ante determinadas interacciones online

No por manida deja de ser válida la afirmación de que cualquier foto o video que envíes no sabes dónde puede acabar. Algo especialmente peliagudo si hablamos de contenidos de tipo sexual y menores.

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Tiempo de lectura: 4 min

En los orígenes de Internet las dinámicas y comportamientos entre los internautas eran totalmente diferentes a cómo son en la actualidad: las interacciones entre usuarios eran esporádicas, a un ritmo mucho más bajo y centradas casi únicamente en texto, sin contenidos audiovisuales.

El correo electrónico o incluso servicios como el Messenger hacían, además, que la inmensa mayoría de trato digital se produjera con personas del propio entorno físico.

Una excepción a estos casos eran los foros en los que se desarrollaban comunidades de usuarios: si bien es cierto que sí podían encontrarse usuarios desconocidos (también bajo el anonimato, en algunos casos), lo hacían orbitando alrededor de temáticas cuyos intereses eran comunes.

Sin embargo, las interacciones en la actualidad en el entorno digital son diferentes: se realizan con mucha más frecuencia, son más rápidas e incluyen materiales de todo tipo, con gran presencia de lo audiovisual.

El nivel de exposición de determinadas publicaciones ante desconocidos, así como conocer y establecer relaciones con gente a quien no se conoce, puede resultar un tema peliagudo si hablamos de menores. Veamos por qué.   

Situaciones en las que los menores son vulnerables ante interacciones online

Desde el posicionamiento de Telefónica Construyendo un entorno digital seguro para menores se han detectado cuatro supuestos en los que los menores son especialmente vulnerables frente a interacciones con otras personas en la red.

Acoso o intimidación

Aunque es cierto que la intimidación o el acoso en el ámbito de los menores no es exclusivo del mundo digital, sí existe una variante conocida como ciberacoso con una serie de características diferenciadas.

Enviar fotos o videos privados, así como mensajes insultantes o amenazantes, difundir rumores o informaciones falsas son algunas de las vertientes de este acoso digital. Hay que incidir además en que en numerosos casos estas situaciones se trasladan también al mundo físico.

Por poner datos, un estudio de la OMS del año 2024 cifraba en uno de cada seis adolescentes europeos quienes habían sido víctimas de ciberbulling.

Acoso sexual

El grooming o acoso sexual a menores se trata de situaciones en las que los adultos contactan con jóvenes para conseguir material sexual o, en casos extremos, hacerles partícipes de actividades de este tipo.

En numerosas ocasiones los adultos se hacen pasar por menores por lo que estos creen que están interactuando con gente de su edad.

Un dato llamativo, de acuerdo con un informe de Thorn y Benenson Strategy Group del año 2022, es que más de la mitad de los jóvenes considera que el grooming es una experiencia común entre la gente de su misma edad.  

Compartir contenido de índole sexual

El descubrimiento de la sexualidad en esta etapa de la vida unido a la normalización de la publicación de según qué contenidos lleva a prácticas como el sexting (envío directo de videos o imágenes), el sexcasting (muestra en directo mediante plataformas de videollamada) o la publicación de contenido sexual en plataformas digitales.

Un estudio de ESET sobre jóvenes británicos refleja que casi el 40% ha compartido contenido de índoles sexual mientras que más del 30% afirma haberlo recibido sin haberlo solicitado.

Contacto con ciberdelincuentes

Otra de las vulnerabilidades a las que se enfrentan los menores en sus interacciones online tiene que ver con el contacto con los ciberdelincuentes, lo cual puede ir en dos direcciones.

Por un lado, convertirles en víctimas de estafas, robo de datos bancarios o de información personal o, incluso en determinados casos extremos, desembocar en secuestros.

Por otro lado, y en casos minoritarios, el contacto puede crearse para que estos cibercriminales intenten reclutar a los jóvenes en actividades delictivas.

Medidas ante las vulnerabilidades en las interacciones de los menores

De cara a ayudar en la creación de un entorno digital seguro para los menores en las interacciones, desde Telefónica se proponen una serie de medidas:

  • Herramientas de reporte y ayuda, que sean tanto intuitivas como visibles. Para facilitar las denuncias las plataformas digitales deben añadir chats o números de teléfono para que se solicite ayuda para aquellos menores que se encuentren en esas situaciones.
  • Distinguir perfiles de adultos y menores. De cara a prevenir algunos de los riegos que mencionábamos anteriormente -como el grooming o el contacto con ciberdelincuentes- deberían integrar funcionalidades con las que diferenciar los perfiles adultos de los de los menores.
  • Sensibilizar de los riesgos de estas interacciones. La sensibilización no debe limitarse a los menores, sino que debe incluir también al entorno familiar y al escolar. Una tarea en la que pueden incluirse también otros agentes del ecosistema digital y con la que, por ejemplo, pueda saberse cómo detectar si un menor sufre manipulaciones o abusos y, si así sucede, cómo enfocar la situación.

Esta sensibilización ante potenciales peligros a los que se enfrente la franja más joven de la población en entornos online no es exclusiva en relación a la vulnerabilidad de según qué interacciones: la relación entre redes sociales y menores o la protección de la infancia ante contenidos inapropiados o dañinos son otras cuestiones a tener en cuenta en cómo este grupo de edad se relaciona con el mundo digital.

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