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El medio rural, un lugar lleno de oportunidades de la mano de la digitalización

El futuro también vive en el pueblo…y tiene buena señal”

Alberto Alfonso Pordomingo

Soy un firme defensor de las TIC y de las herramientas digitales, convencido de su poder transformador. A lo largo de mi trayectoria profesional en Telefónica, he sido testigo de una evolución tecnológica imparable: comenzamos con el cobre, dimos paso a la telefonía móvil —primero analógica, luego digital—, transitamos del módem al router, del ADSL a la fibra óptica y al 5G, y de la televisión de antena a las plataformas conectadas. Cada paso, un hito. Cada avance, una revolución silenciosa que ha cambiado nuestra forma de vivir, comunicarnos y entender el mundo.

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El ser humano está en constante evolución. Vivimos un cambio de era: hemos entrado de lleno en el «virtuceno», un tiempo en el que muchas de nuestras actividades han pasado del mundo físico al virtual. Y en esta transición, la tecnología y la conectividad no son un lujo, sino una necesidad. Sin ellas, estamos perdidos.

Si me permito soñar, el siguiente gran salto debería ser la teletransportación. Cuando ese momento llegue, viviremos otra gran revolución, tan trascendental como lo fueron en su día la llegada de la televisión, el teléfono, internet o la inteligencia artificial.

La tecnología transforma nuestra realidad cotidiana: cómo nos relacionamos, cómo trabajamos, cómo habitamos el mundo. Hoy la vida no solo ocurre en lo presencial, también en lo digital. Convivimos emigrantes y nativos digitales, y muchas de las lógicas actuales habrían sido impensables hace apenas unas décadas.

El territorio tampoco permanece al margen de esta transformación. Un país verdaderamente desarrollado es aquel que vertebra su territorio de manera equitativa, evitando que existan zonas relegadas a una segunda categoría de oportunidades. España, como otros países de su entorno, se enfrenta a un reto mayúsculo: el demográfico. Mientras algunas áreas —grandes capitales, costas e islas— están sobresaturadas, otras regiones se vacían, se despueblan, se apagan. Y con ellas, se pierden servicios, infraestructuras, y, sobre todo, vida.

La despoblación rural no es solo una cuestión social o económica: es también ecológica y cultural. La pérdida de habitantes conlleva un abandono del territorio, una menor protección de nuestros bosques, ríos, tierras, de nuestro patrimonio natural y cultural. Por ello, el reto demográfico se ha convertido en un auténtico problema de Estado. De hecho, el Gobierno de España ha lanzado 130 medidas ante el Reto Demográfico, algunas ya en marcha.

Pero el primer paso lo debemos dar nosotros. Debemos ser los primeros en apostar por el medio rural, en descubrir —y redescubrir— sus posibilidades. Aún hoy persiste un estigma negativo asociado a los pueblos. Hemos de romper con esa narrativa. Necesitamos poner de moda lo rural, desterrar el uso peyorativo de términos como “de pueblo” o “pueblerino”.

Otros países ya lo han hecho. En Reino Unido, el “countryside” es deseado; en Francia, “la campagne» es sinónimo de calidad, autenticidad, conexión con la tierra y con la tradición.

Nosotros también podemos lograrlo. Solo necesitamos creérnoslo. Mostrar ejemplos reales de iniciativas que funcionan y que dan vida al medio rural. Proyectos que aprovechan recursos endógenos y combinan tradición con innovación, patrimonio con digitalización, campo con autopistas de la información.

Es fundamental apostar por la educación, por mostrar a los más pequeños que en el medio rural hay futuro. Hay que apoyar a quienes tienen ideas y la valentía de llevarlas a cabo. Hay que promover una visión positiva del medio rural desde lo público y lo privado, impulsando un marketing positivo que dignifique y prestigie nuestros pueblos.

Solo así lograremos un medio rural vivo, vibrante, capaz de latir con fuerza y, en equilibrio con lo urbano, generar dinamismo y progreso para el conjunto del país.

Se trata de mantener abiertas las puertas de nuestros pueblos. Incluso de abrir nuevas. Además hay que aprovechar las oportunidades que ofrece la digitalización en el medio rural para impulsar iniciativas basadas en lo local pero que tengan proyección más allá del lugar donde surgen y se gestionan. En este sentido, la tecnología tiene mucho que decir y se convierte en una herramienta fundamental.

Proyectos como AlmaNatura Lab en Andalucía, El Hueco en Soria, Biko en Kuartango Lab, DespertadoresRurales.org y Apadrinaunolivo.org en Teruel o la red de Centros de Innovación Territorial, son ejemplos inspiradores de lo que es posible cuando hay visión, compromiso y acción y a la vez son impulsores de este despertar rural.

¿Te sumas al reto de conseguir que molen los pueblos?

“En el pueblo hay conexión. Y no solo de internet.”

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