El sector de las telecomunicaciones, un aliado esencial para superar desafíos globales

Una industria de las telecomunicaciones sólida y resiliente es la base para impulsar la transformación digital y los beneficios que generará para todos.

Sociedad conectada por redes de telecomunicaciones
Juan Montero

Juan Montero Rodil Seguir

Tiempo de lectura: 12 min

La conectividad es nuestra mejor aliada. Es la palanca clave para la recuperación económica y para mejorar el bienestar de la sociedad y los ciudadanos. La pandemia ha revelado la importancia de las infraestructuras de conectividad como activos estratégicos que, aunque a veces invisibles, son indispensables para la economía y la sociedad actual. Por las redes no solo fluyen bytes, sino también nuestra economía, nuestras vidas y nuestros valores. Necesitamos un sector de las telecomunicaciones fuerte, sostenible y competitivo que pueda hacer frente a los retos y oportunidades que plantea la sociedad digital. Esta es nuestra visión sobre cómo podemos conseguirlo. 

Redes de alta capacidad para el progreso económico y social

Los operadores europeos somos muy conscientes desde hace décadas y, por ello, nuestros niveles de inversión han sido cuantiosos y sostenidos en el tiempo. Hoy continuamos apostando decididamente por el despliegue de infraestructuras de última generación, con una inversión total cercana a los 52.500 millones de euros en 2020. Esta cifra es la más alta registrada en los últimos seis años. En el compromiso por conectar a todos, España es un caso paradigmático, gracias a una planificación e inversión inteligentes por parte del sector. España ocupa el primer lugar en la UE en términos de penetración de fibra hasta el hogar (FTTH) con un 70,6%. La Comisión Europea reconoce que España “tiene un rendimiento especialmente alto en redes de muy alta capacidad” y también está entre los tres primeros países de la Unión Europea con mejor conectividad de la región.

Gráfico sobre la sociedad de la información en la UE

Con redes de alta capacidad nuestras empresas serán competitivas, nuestras economías serán más saludables y las perspectivas laborales y de vida serán mucho más positivas.

Pero todavía queda mucho por hacer. En una economía basada en la conectividad, en los datos y en el uso extensivo y acelerado de nuevas tecnologías tanto en procesos industriales como en servicios al usuario, el sector público y el privado deben aunar esfuerzos para fortalecer las bases tecnológicas de nuestro futuro. No es casual que la Comisión Europea haya anunciado su programa Digital Compass, con la ambición de lograr que todos los hogares de la UE tengan acceso a una red de ultra alta capacidad (gigabit) para 2030 y la red 5G llegue a todos. Este propósito es un claro reconocimiento de la relevancia de la conectividad para impulsar la recuperación económica, acompañada de la doble transición, digital y verde. Además, se requiere una apuesta decidida para incrementar las zonas de cobertura de las poblaciones rurales y mejorar la capacidad de las redes con el objetivo de satisfacer la demanda creciente de servicios digitales.

Para ello, necesitamos un sector de telecomunicaciones fuerte y competitivo que sea capaz de afrontar los retos que las sociedades digitales plantean. Las políticas y los marcos regulatorios también deberían adaptarse para lograr los objetivos planteados en el Digital Compass.

La visión de liderazgo europeo en la conectividad digital debe ser complementaria y coherente con la política de competencia y la práctica reguladora del sector de las telecomunicaciones. La política de competencia debe orientarse a permitir la consolidación interna de los mercados nacionales, un elemento necesario para que los actores de las telecomunicaciones ganen escala. Con este movimiento, usuarios y empresas obtendrán mejores servicios y de mayor calidad, dejando atrás un contexto marcado por la fragmentación y el sobredimensionamiento del número de agentes en cada mercado, lo que afecta a su capacidad de inversión.

Los marcos regulatorios y de políticas públicas han de garantizar un mercado digital equilibrado que fomente la aparición de nuevos modelos de negocio en un entorno favorable a la inversión.

Nuestra apuesta por la inversión y la colaboración

La mejora de las capacidades y resiliencia de las redes, junto con la expansión de la conectividad en zonas rurales, son intereses estratégicos de la Unión Europea, pero se necesitan mecanismos para traducir estos objetivos en realidad.

En primer lugar, es preciso facilitar las inversiones que se necesitan para lograrlo. Por ello, se debería desarrollar un paquete de medidas políticas y regulatorias que incentiven de manera decidida la gran inversión que requiere. Esto supone cambiar el enfoque de las políticas y la regulación actual para promover la reducción de costes de despliegue, las políticas de espectro encaminadas a fomentar la expansión de la conectividad y facilitar acuerdos de compartición de infraestructura activa y pasiva. Además, es fundamental mejorar el acceso a la financiación y subvenciones no discriminatorias a través de procesos competitivos. 

En segundo lugar, el desarrollo tecnológico y los esquemas innovadores de colaboración también son imprescindibles para expandir la conectividad y mejorar sus capacidades. Un ejemplo significativo de innovación es Open RAN, un modelo de arquitectura de red abierta que, junto con los servicios de Edge Computing, permitirá aumentar las capacidades y la flexibilidad de las redes móviles 5G. Respecto a redes colaborativas, Telefónica tiene una amplia experiencia en alianzas estratégicas destinadas a cerrar la brecha digital, como el acuerdo con Allianz en Alemania o el proyecto Internet Para Todos en Perú.

Un mercado digital equilibrado

Actualmente las empresas de telecomunicaciones no son solo proveedores de conectividad, sino que su amplio catálogo de servicios digitales les convierte en un socio estratégico en los procesos de transición digital de todos los sectores de la economía. Los operadores de telecomunicación son proveedores de servicios digitales basados en tecnologías emergentes y se han convertido en un aliado estratégico de la política industrial europea y de la transformación digital y verde de las empresas. En el contexto actual, y teniendo en cuenta la estructura empresarial europea donde más del 80% de las empresas son pymes, compañías como Telefónica están siendo claves en sus procesos de transformación para mantener o aumentar su capacidad competitiva fuera y dentro de la Unión Europea.

Por otra parte, las plataformas digitales se han convertido en agentes económicos de primer orden modificando las dinámicas del mercado y acelerando la digitalización de las sociedades. La conectividad, una vez más, es la columna vertebral de los servicios que ofrecen y monetizan.  De hecho, el volumen del tráfico que inyectan en las redes es cada vez mayor, lo que obliga a una inversión continua y un permanente desarrollo tecnológico en infraestructura por parte de los operadores de telecomunicaciones para hacer frente a esta creciente demanda de contenidos digitales.

Sin embargo, estas plataformas, que se benefician ofreciendo sus servicios sobre la red, no contribuyen de manera justa a los costes que generan en las infraestructuras que utilizan. Este modelo es insostenible. La situación ha de cambiar para que los agentes que más utilizan las redes para producir valor económico también contribuyan de forma justa a los costes que se derivan de esta actividad. Así, la única vía para conseguir un entorno digital europeo próspero, equilibrado y que genere beneficios para ciudadanos y empresas es la contribución económica entre todos los agentes involucrados.

Además, la velocidad de los cambios tecnológicos, la aceleración de la digitalización de nuestras sociedades y economías, así como la existencia de marcos regulatorios obsoletos están afectando a las expectativas de rentabilidad y, por lo tanto, al apetito inversor para el despliegue de infraestructura. Todo ello plantea grandes desafíos de índole muy diversa, como son los cuellos de botella en los mercados digitales, brechas en la seguridad y privacidad de los usuarios o en el diseño de políticas fiscales adaptadas a las economías digitales, entre otros.

La convergencia de mercados y servicios también están creando una situación en la que no existe un equilibrio entre los diferentes agentes económicos al estar sujetos a distintas normativas cuando ofrecen los mismos servicios. Esto provoca desequilibrios competitivos que han de abordarse de manera urgente. No hay duda de que servicios equivalentes deberían estar regidos por las mismas normas para garantizar un entorno competitivo equilibrado.

La Unión Europea, consciente de esta realidad, ya está trabajando en la Ley de Mercados Digitales o Digital Markets Act que busca crear igualdad de condiciones para todos (level playing field) eliminando las distorsiones del mercado. Para ello, propone introducir obligaciones ex ante para las grandes plataformas que dominan los mercados digitales. También está centrando sus esfuerzos en regular los contenidos, bienes y servicios del entorno digital con la Ley de Servicios Digitales o la Digital Services Act para generar un entorno seguro y confiable a los usuarios. La aprobación de estos instrumentos es cada día más urgente.

Sin confianza, no hay digitalización

La confianza en el ecosistema digital hoy significa avanzar hacia una armonización de los marcos normativos a escala internacional en los que se promuevan mercados competitivos y la protección de los derechos de las personas. Por tanto, los acuerdos internacionales deben abarcar esta doble dimensión. La primera se centra en promover una competencia justa y equilibrada en los mercados digitales evitando situaciones de control del ecosistema por parte de un número muy reducido de agentes. La segunda, en materia de privacidad para garantizar el flujo transfronterizo de datos respetando los derechos de las personas en sus facetas de ciudadanos y consumidores. El desarrollo de marcos normativos interoperables entre las distintas jurisdicciones es fundamental para garantizar el desarrollo de un mundo digital globalizado.

Para conseguirlo, se necesita incentivar el diálogo multilateral entre los gobiernos y las organizaciones internacionales creando canales de participación eficaces para que las empresas, la sociedad civil, la academia y los expertos de distinta índole aporten su visión y sus propuestas.  Foros como el B20 o el actual Consejo de Comercio y Tecnología (TTC por sus siglas en inglés) son ejemplos de cómo avanzar en esta dirección.

Grandes aliados de la transformación verde

Las transiciones digital y verde van de la mano. La digitalización no es únicamente una condición indispensable para la modernización económica y la transformación de los modelos productivos, sino que puede contribuir favorablemente a reducir las desigualdades para lograr una mayor equidad social en nuestros países.

La transición digital tiene el potencial de transformar nuestras economías y sociedades hacia un nuevo modelo económico basado en la descarbonización, la sostenibilidad y la economía circular. En ese sentido las telecomunicaciones son un habilitador para que otros sectores logren avanzar en el camino de la transición verde y el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad. Por todo lo anterior, el sector de las telecomunicaciones es un socio estratégico fundamental para lograr la doble transición digital y verde. La Unión Europea se encuentra avanzando decididamente en ese proceso. Un proceso que desde Telefónica apoyamos firmemente y en el esperamos poder tener la oportunidad de contribuir decisivamente.

Nuestra apuesta por una industria de las telecomunicaciones sólida y resiliente es la base para impulsar la transformación digital y los beneficios que generará para todos. Es inviable levantar un edificio sin cimientos, como lo es construir la sociedad digital y justa a la que aspiramos sin infraestructuras de conectividad robustas y sostenibles, y sin un sector de telecomunicaciones fuerte y competitivo.

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