La dualidad de la comunicación: externa vs. interna

Como experta en comunicación, me encanta observar cómo la comunicación externa ha evolucionado hacia algo más natural y fresco.

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Sonia de la Cruz Seguir

Tiempo de lectura: 5 min

¿Quién no ha visto esos anuncios que nos arrancan una lágrima (o al menos un suspiro) al contar historias que nos tocan a todos? Las redes sociales han jugado un papel fundamental en esto, naturalizando lo espontáneo y lo auténtico. Sin embargo, debo confesar que, muy a mi pesar, la comunicación interna sigue siendo… bueno, casposa y sin gracia. Y aquí vengo a desahogarme un poco sobre por qué sucede esto.

La Autenticidad en la Comunicación Externa

Hoy en día, la comunicación externa se trata de ser real. Ya no vale la pena poner a un actor con una sonrisa de comercial de dentífrico para vendernos algo. Ahora, los consumidores queremos ver historias reales, con gente de verdad, con situaciones que nos hagan sentir identificados. Los anuncios ya no nos venden productos, nos venden experiencias, emociones, y muchas veces, un paquete de pañuelos para secar nuestras lágrimas de cocodrilo.

Piensa en esos anuncios que se vuelven virales: el perrito que encuentra un hogar, la abuela que aprende a usar internet para felicitar a su nieta, o el amigo que recorre medio país para sorprender a su compañero de aventuras. Nos tocan el corazón, nos hacen reír, llorar y, sobre todo, nos hacen sentir. Esa es la magia de una buena historia bien contada.

Cierto es que algunos creativos ya venían tocando corazones desde hace muchas décadas. Recuerdo bien los primeros anuncios del turrón que decía: «Vuelve, a casa vuelve, por navidad…» o el anuncio que advertía que la cocaína es una droga que afecta directamente al cerebro y lo plasmaban mostrando un gusano entrando en la nariz de un individuo… ¡qué mal rollo!… ¡pero efectivo señores! El mensaje caló que es el primer objetivo de la comunicación.

Redes Sociales: El Reino de lo Espontáneo

Las redes sociales han sido las grandes responsables de esta revolución. La naturalidad y la espontaneidad son la norma. Un vídeo grabado con el móvil en la cocina de tu casa puede tener más impacto que una producción millonaria en un set de Hollywood. Instagram, TikTok, y otras plataformas nos han demostrado que lo auténtico vende, que lo cotidiano puede ser fascinante y que todos tenemos una historia que vale la pena compartir.

¿Cuántos de nosotros, jóvenes y no tan jóvenes, seguimos a algún influencer en RRSS, ya sean de política, de cocina o de cualquier otro tema? ¿Encontráis diferencias entre la forma de comunicar de estos influencers con los presentadores de televisión y radio? A la vista está que sí y en algunos casos, su audiencia no tiene nada que envidiar a la audiencia de los medios más tradicionales.

Y Luego Está la Comunicación Interna…

Aquí viene mi desahogo. ¿Por qué, a pesar de todo este avance hacia la autenticidad y lo natural, la comunicación interna sigue siendo tan… casposa? Vamos, seamos honestos: los boletines internos siguen siendo el mismo perro con distinto collar (le ponemos un colorcito por aquí, el nuevo logo, una animación y listo…) pero la realidad es que me gustaría saber qué porcentaje de empleados está deseando que llegue para leerlo, como le pasaba a la columna de lady Whistledown en los Bridgerton (que por cierto si no has visto la serie, te aconsejo que la

Las presentaciones de resultados, muchas veces hay que hacer verdaderos esfuerzos para mantener los ojos abiertos, y los mensajes de la dirección suenan tan inspiradores como un discurso de ascensor…

¿Por qué sucede esto? Mi teoría es simple: la falta de tiempo y la resistencia al cambio. Seguir haciendo las cosas como se han hecho siempre ahorra tiempo. No hay que pensar, no hay que innovar, no hay que arriesgar. Se copia y se pega, y listo. Y claro, cuando el tiempo es un lujo, la creatividad y la innovación quedan relegadas a un segundo plano.

Un Llamado a la Revolución Interna

Pero, amigos, la comunicación interna no tiene por qué ser así. Podemos (y debemos) inyectarle un poco de vida, de frescura, de autenticidad. ¿Por qué no contar historias reales de nuestros compañeros? ¿Por qué no hacer vídeos cortos y espontáneos con los logros del equipo? ¿Por qué no humanizar a nuestros líderes, mostrando que también son personas con sueños, miedos y una colección de memes en su móvil?

Yo me dedico a la comunicación audiovisual y trabajo en Telefónica, una empresa donde me han permitido dejar volar la creatividad. He realizado vídeos para el área de prevención de riesgos laborales donde plasmábamos un accidente laboral que podemos prevenir si cumplimos el PRL. Algo que, de primeras, puede parecer algo aburrido (aunque prioritario en cualquier empresa), salió una producción que no solo puso los pelos de punta, sino que además, dejo asomar alguna que otra lágrima.

He hecho casos de éxito convertidos en documentales épicos que emocionan y vídeos para kick-off al más puro estilo de Hollywood.

Lo serio e importante no tiene que ir ligado a lo aburrido; de esta manera lo disfrutamos todos: Los que lo desarrollamos y los espectadores finales.

La comunicación interna debe evolucionar. Necesita romper con ese molde anticuado y sin gracia. Porque, al final del día, somos humanos comunicándonos con humanos, y todos merecemos una comunicación que nos inspire, nos motive y, por qué no, nos saque una sonrisa o incluso una lágrima.

Así que, la próxima vez que estés a punto de enviar ese correo corporativo aburrido, detente un momento y piensa: ¿cómo puedo hacer esto más auténtico, más real, más humano? Porque si algo he aprendido en estos años de comunicar es que la autenticidad siempre triunfa.

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