NAS domésticos: tu nube privada sin cuotas y sin miradas indiscretas

Qué fácil es acostumbrarse a las comodidades digitales. Todavía recuerdo cuando llevar un pendrive era lo más normal del mundo. Necesario, incluso. Pero la tecnología avanza y, con ella, nuestras costumbres.

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Darío Martín Buil Seguir

Tiempo de lectura: 4 min

Hace unos años, guardar fotos, vídeos y documentos en la nube parecía la solución perfecta, tanto para almacenarlos como para compartirlos. Ya no era necesario viajar con disco USB portátil. Todo a mano, sin preocuparse por perder nada y con acceso desde cualquier dispositivo. Hasta tal punto, que las nuevas generaciones desconocen el concepto de «carpeta» de archivos. Con arrojarlo en la nube es suficiente.

Pero la fiesta se ha ido quedando sin confeti: los precios suben, las cuentas gratuitas cada vez ofrecen menos espacio y, para rematar, aparecen dudas serias sobre qué hacen las empresas con nuestros archivos. Y para más inri, algunas plataformas incluso utilizan el contenido que subimos para entrenar sus próximos modelos de Inteligencia Artificial. Eso significa que tus fotos familiares, trabajos o apuntes podrían acabar alimentando un algoritmo que no sabes ni para qué se usa. Y aunque suene de ciencia ficción, no es exageración: ya está en la letra pequeña de varios servicios.

No hay nube como la nuestra

Aquí entra en juego los NAS (Network Attached Storage). En pocas palabras, se trata de dispositivos que se conectan a una red, como la de casa, y ofrecen almacenamiento fácilmente accesible; tu nube personal. Guardas todo ahí, lo compartes con quien quieras, haces copias de seguridad automáticas y, lo mejor, nadie mete mano en tus datos. Con lo que pagas en un par de años de suscripción a la nube, puedes comprarte un NAS con discos duros de sobra y olvidarte de cuotas mensuales. Muchos NAS comerciales ofrecen aplicaciones y servicios que facilitan aún más su uso, como la sincronización automática con dispositivos móviles, acceso remoto seguro y opciones de streaming. Se ha simplificado su uso y democratizado el acceso a tecnologías que antes eran exclusivas de empresas o que requerían de conocimientos avanzados.

Domésticos y no tan domésticos

Esta tendencia no nace del hogar. La creciente preocupación sobre la soberanía de los datos y la privacidad también ha llevado a muchas empresas a buscar alternativas más seguras y controladas. El mundo se ha dado cuenta de que, en caso de conflicto, el dueño de los datos puede tener unos intereses muy diferentes a los tuyos.

Si uno echa la vista atrás, es como volver a los inicios de la informática, donde los datos se almacenaban en campus locales y se gestionaban de forma interna. Podían ser comunitarios o privados, pero en cualquier caso, estaban bajo el control de sus propietarios. Aquel modelo evolucionó hacia la nube, pero ya conoces el dicho: las modas vuelven cíclicamente. Que se lo digan si no a los pantalones de campana.

Elige bien: tampoco queremos llevarnos sustos

Esta vuelta a los orígenes no está exenta de riesgos; si la nube conquistó nuestros corazones, fue por su comodidad y facilidad de uso. Volver a tener nuestros datos en casa implica una mayor responsabilidad en su gestión y protección. Volviendo al tema de los NAS, es importante elegir un dispositivo que se adapte a nuestras necesidades y que ofrezca unas garantías comparables al servicio que vamos a reemplazar, antes de dejarnos llevar por una oferta flash o el modelo más caro.

Algunos de los aspectos clave a considerar cuando compramos un NAS son: seguridad (que ofrezca capacidad de encriptación de los datos; asegurarse de que los datos estén cifrados tanto en reposo como en tránsito; autenticación robusta, como autenticación de dos factores o Passkeys; gestión de perfiles, permisos y accesos); redundancia (que permita configuraciones RAID para proteger los datos; un NAS de 1 bahía implica riesgo si falla el disco, mientras que uno de 2 o más bahías ofrece mayor seguridad); copias de seguridad (debe tener opciones automáticas y fáciles de configurar; usar otra ubicación o disco independiente también es recomendable); energía (consumo eficiente; pensar en el coste a largo plazo; si permite planificar encendido y apagado, mejor aún, también por seguridad).

Conclusiones

Y, por último, pero no menos importante, la sencillez. Recuerdo una vez, hablando con un amigo mío sobre la importancia de los datos, me dijo que él realizaba una copia de seguridad de los datos de su pequeña empresa en un disco distinto para cada día de la semana, almacenados fuera de la red. Al principio me hizo gracia que hablase de “el disco de los lunes”, y sin embargo tenía razón: podrás criticar el método, pero la realidad es que funcionaba. Si el sistema es demasiado complejo, es probable que no se utilice correctamente y nos encontremos con un cabo suelto en el peor momento.

Hay otras consideraciones adicionales: VPN, servicios de correo personal, o incluso la posibilidad de virtualizar otros sistemas operativos dentro del propio NAS. Así y todo, siempre dependerá de nuestras necesidades específicas y del uso que le vayamos a dar al dispositivo. Y no olvidar que lo importante es aprender a valorar, gestionar y proteger nuestros datos de manera efectiva en el proceso. Ese conocimiento nunca ocupa lugar. Ni disco

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