De la beca al Equinox: 24 horas para aprender, crear y crecer

Elena Almagro reflexiona en el siguiente artículo sobre su experiencia como becaria en Telefónica.

Foto de Elena Almagro Azor.

Elena Almagro Azor Seguir

Tiempo de lectura: 4 min

No siempre sabemos lo que nos espera al empezar algo nuevo. En esos momentos me acompaña la misma mezcla de curiosidad y vértigo. No sé muy bien qué esperar, pero sí tengo claro que la actitud marca la diferencia.

Así empecé mi beca en Telefónica, con ganas de descubrir, de probar y de aprovechar cada oportunidad que se cruzara en el camino. No imaginaba entonces la cantidad de experiencias, aprendizajes y retos que viviría. Fue un año intenso, pero, sobre todo, fue un año marcado por el ambiente, un equipo increíble, atento y generoso con su tiempo, siempre dispuesto a enseñar y a hacerte sentir parte desde el primer día.

Mi experiencia como becaria en un entorno así fue una inmersión real en la cultura tecnológica y humana de la empresa que ensancharon el aprendizaje personal. Formé parte de un equipo que exploraba nuevas formas de aplicar la inteligencia artificial a distintos proyectos. Fue una etapa muy dinámica en la que entrené modelos, analicé resultados, probé diferentes frameworks y herramientas, y aprendí tanto de los aciertos como de los intentos fallidos.

Formación interna

Pero no todo fueron modelos y frameworks. También participé en formaciones internas sobre inteligencia artificial, en dinámicas de producto e incluso en actividades de voluntariado. Esa combinación de experiencias me permitió colaborar con personas de perfiles muy distintos: producto, diseño, desarrollo… y descubrir cómo cada mirada aporta algo distinto al proceso.

Entre todas las experiencias, hubo una que resumió muy bien todo lo aprendido, y que combinó el equilibrio entre la parte técnica, la creatividad y el trabajo en equipo. Hablo del Equinox, una maratón de innovación de 24 horas en la que equipos de distintas áreas se reúnen para idear, diseñar y prototipar soluciones en tiempo récord.

Equinox: maratón de 24 horas de innovación

Es conocido como el Equinox y es una iniciativa que se celebra dos veces al año, coincidiendo con el equinoccio. Durante un día, el entorno de trabajo se transforma en un espacio compartido de colaboración, ideas y ritmo constante. Desde el inicio, el ambiente es distinto a cualquier otro día, hay emoción, algo de nervios y una motivación compartida por sacar adelante algo en tan poco tiempo.

El evento se celebra de forma presencial en las diferentes sedes de Telefónica en España, y también permite la participación en remoto. Los equipos se forman libremente, con quien quieras unirte, y pueden ser completamente distintos entre sí. Algunos mezclan perfiles de producto, diseño y desarrollo, y otros son más homogéneos. Esa flexibilidad hace que cada grupo trabaje a su manera, y ahí está parte de la magia.

Durante esas 24 horas el ritmo no se detiene. Mientras unos siguen afinando ideas o escribiendo código, otros se despejan participando en trivials, torneos o actividades pensadas para mantener el ambiente animado. Y, por supuesto, nunca faltan las pizzas.

Las reglas son pocas, pero claras, hay que entregar la propuesta dentro del plazo y preparar una presentación final de cinco minutos ante un jurado formado por directivos y profesionales de distintas áreas de innovación, estrategia y tecnología. Cinco minutos que no son para pasar diapositivas, sino para enseñar en vivo la idea, su potencial y lo que el equipo fue capaz de construir en solo un día. En cuanto a los premios, se reparten en varias categorías, que reconocen aspectos diferentes del trabajo.

Las categorías pueden variar en cada edición en función de las olas tecnológicas que sean más actualidad. Aunque más allá de los galardones, lo que realmente define el evento es la sensación de colaboración, momentos de concentración total, otros de caos controlado y, siempre, esa energía compartida de estar construyendo algo juntos. Entre cafés, trivials y pizzas, las horas pasan volando.

Cuando llega la hora de presentar, el cansancio se nota, pero también la satisfacción de haber llegado al final con algo que nació de cero solo un día antes.

Tuve la oportunidad de participar en dos ediciones del evento. En ambas formé parte de un equipo de desarrolladores. Fueron jornadas intensas y colaborativas, donde aprendí mucho sobre cómo coordinar esfuerzos, resolver problemas rápido y mantener la motivación incluso cuando las cosas se complicaban o no parecían salir a como esperábamos.

En la primera edición conseguimos uno de los premios del evento, algo que nos hizo especial ilusión después de tantas horas de trabajo. Pero lo mejor vino después, la idea siguió evolucionando, se desarrollaron algunas demos y se presentó al equipo. Fue una muestra de cómo algo creado en 24 horas puede convertirse en el punto de partida para seguir construyendo.

De todas estas experiencias me quedo con la certeza de que lo más importante no fue la técnica, sino la forma de afrontar cada reto. El Equinox fue el mejor resumen de lo que ha significado mi beca, trabajar en equipo, equivocarte, volver a intentarlo y disfrutar del proceso.

Cada edición me dejó la satisfacción de haber llegado al final con algo que nació de cero y la sensación de haber crecido, no solo profesionalmente, sino también en la forma de enfrentar los retos, con curiosidad, colaboración y ganas de seguir aprendiendo.

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