Los orígenes
El concepto de Ciudad Inteligente comenzó a oírse a finales del siglo pasado. Desde entonces ha evolucionado mucho. En un principio sólo contemplaba todo aquello relacionado con el acceso a internet y las telecomunicaciones para todos. Poco a poco, se fue adaptando al ámbito empresarial y al académico, y se usó para mejorar la eficiencia de los transportes, el agua, la energía, etc.
En 2015 se celebró la Cumbre de Desarrollo Sostenible en Nueva York donde los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas firmaron el acuerdo de la famosa Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Esta Agenda ha servido de guía, entre otras, para la construcción de proyectos urbanos, entre ellos las Smart Cities, que tratan de integrar: tecnología, sostenibilidad y bienestar para todos los ciudadanos.
En la actualidad, con la llegada del Big Data y la IA, ya no hablamos tan solo de tecnología. El objetivo final es mejorar nuestra calidad de vida, alcanzar una mayor sostenibilidad, avanzar hacia una vida mucho más conectada, más eficiente y, aunque pueda sonar contradictorio, más humana.
Ejemplos de Smart Cities
Algunas ciudades destacan por ser ejemplos de Ciudades Inteligentes. Copenhague es una de ellas al convertirse en una de las ciudades más verdes del mundo. Esto es gracias a los sistemas inteligentes implantados para mejorar y reducir las emisiones de carbono y fomentar el uso de la bicicleta como transporte principal.
El Big Data es una de las principales herramientas con la que actualmente contamos. Gracias a la gestión y análisis de datos masivos recogidos de diferentes sitios como; las redes sociales, los sistemas de transportes, las cámaras de seguridad instaladas en puntos estratégicos, etc, permite tomar decisiones basadas en patrones y en tendencias.
Los datos recogidos de la circulación de los vehículos, el tráfico diario, o de factores ambientales como pueden ser la calidad del aire y las emisiones de CO2, son esenciales para una mejor planificación urbana que sirva para mejorar las necesidades reales de los ciudadanos.
Por dar un ejemplo, A Coruña se ha convertido en una ciudad de referencia en cuanto gestión urbana inteligente se refiere. Gracias a sensores inteligentes han podido redirigir el tráfico en función de la congestión, reduciendo así los atascos y mejorando y optimizando el uso del transporte público. Esto es algo que pude comprobar cuando este verano visité la ciudad y vi que algunos semáforos permanecían en verde para los peatones durante más tiempo que otros.
Otro ejemplo, en esta ocasión relacionado con los factores ambientales, es Tres Cantos. En esta zona de Madrid se ha implementado un sistema de riego inteligente en los parques y jardines. Gracias a unos sensores que recogen los datos de las condiciones climáticas en tiempo real y de la humedad del suelo, el sistema ajusta automáticamente el consumo de agua adaptándose a las necesidades de las plantas y el clima. Además, reduce en un 30% el gasto de agua. Esto hace que se consiga un entorno urbano mucho más sostenible.
Otro de los objetivos para que una ciudad se convierta en lugar mejor para los ciudadanos, es la participación de estos en la mejora de dicha ciudad.
Un ejemplo de esto es Santander, quien es pionera en el desarrollo y uso de herramientas digitales para los ciudadanos donde pueden informarse y gestionar todo lo referente a su ciudad: tráfico en tiempo real, wifi público, horarios de los diferentes transportes, plazas de aparcamiento, estado de las playas, puntos de recarga móviles, tótems interactivos, etc. Además, cuentan con un portal de participación ciudadana para que los vecinos colaboren en las decisiones locales que afectan a la ciudad.
Barcelona también destaca por sus ambiciosos proyectos de ciudad inteligente. En noviembre celebrará el Smart City Expo World Congress 2025. Es el evento de referencia a nivel mundial donde se debatirá sobre soluciones tecnológicas para ciudades inteligentes. Se reunirán más de 25.000 participantes, 1.100 expositores y 600 ponentes, 850 ciudades, 130 países.
Madrid no se queda atrás. Entre otros, quiero destacar Sueña Madrid, un Plan de Estrategia Urbana 360. Es un plan participativo donde se busca transformar la ciudad en un lugar mejor para vivir, poniendo foco en tres ejes principales: vivienda asequible, espacio público sostenible y sostenibilidad ambiental, económica y social.
Incluye un Concurso de ideas: ¿Qué pasa en Madrid? – Sueña Madrid donde se valorarán las mejores propuestas atendiendo a su calidad, carácter innovador y a su capacidad de dar respuesta de manera creativa e integral a los retos de ciudad.
Si miramos atrás y vemos todo lo que hemos avanzado a lo largo de las últimas décadas, parecería sacado de una película de ciencia ficción. Por ello no podía hablar de Ciudades Inteligentes sin hacer una referencia al cine que ya lo visualizó hace muchos años.
En 2002 Steven Spielberg creó Minority Report. Es una película futurista que se sitúa a mitad de este siglo donde la policía utiliza tecnología psíquica para arrestar y juzgar a los asesinos antes de que cometan un crimen. Esto sucede gracias a los «precogs» que pueden predecir los crímenes.
Aunque, hoy en día, no predecimos los crímenes de la forma en que Spielberg lo diseñó (no hago destripe), gracias a la IA que usa algoritmos de análisis predictivo basándose en patrones sociales y datos históricos, somos capaces de ver en qué zonas hay mayor probabilidad de que ocurra un incidente, y como consecuencia asignar más vigilancia y seguridad a estas zonas.
En Minority report también vimos cámaras que escaneaban el iris para identificar a las personas y coches autónomos que se desplazaban de forma vertical por los edificios. Tom Cruise manipulaba con gestos exagerados pantallas flotantes donde conseguía información de todo tipo.
Aún no hemos avanzado hasta esos extremos, pero ya existen complejos sistemas de identificación en algunos lugares públicos, como los aeropuertos donde se utiliza el reconocimiento facial para mejorar el paso de la migración o el acceso mediante huella dactilar que ya se utiliza en algunas empresas o en zonas de acceso restringido. En algunos hospitales o centros de salud se utiliza la biometría para evitar errores médicos.
Lo mismo sucede con el reconocimiento de matrículas en las zonas de baja emisión para controlar el acceso de aquellos vehículos que son contaminantes.
Lo de los coches que trepan por los edificios, afortunadamente, lo dejamos para la ficción. Ya hay más de 1500 millones de vehículos en el mundo circulando por las carreteras, como para que también los veamos volando o subiendo rascacielos, como si fueran Spiderman.
Por otra parte, el aumento de los vehículos eléctricos ya es una realidad. Disponemos de aplicaciones de movilidad en nuestros smartphones, tipo Uber, PideTaxi, Cabify, Bolt, Free Now, etc. Contamos con sensores de tráfico que optimizan rutas en tiempo real, etc.
Lo más novedoso son los taxis que ya funcionan sin intervención humana: los robotaxis, que aún están en fase de despliegue en Europa. Suiza será el primer país en recibir este transporte en 2026 gracias a la colaboración entre la empresa china Baidu y el operador de autobuses suizo PostAuto.
Por último, comparando la danza que Tom Cruise nos ofrecía en la película mientras navegaba por diferentes pantallas con aquel movimiento de brazos y manos que parecía que dirigía una orquesta, actualmente contamos en los centros de control y algunas instalaciones públicas, con pantallas táctiles avanzadas, realidad aumentada y paneles interactivos para gestionar servicios y visualizar datos urbanos.
Como podemos ver, el futuro ya es cosa del presente. Las Smart cities se están creando para mejorar la vida de las personas, pero aún necesitamos mejorar algunos asuntos para que esto sea una realidad y el alcance sea mayor.
El caso de los transportes
En el caso de los sistemas de transporte, encontramos algunos obstáculos. Algunos operan con bases de datos incompletas o con sistemas obsoletos. Esto hace que los datos no sean fiables afectando a las decisiones de la IA.
Por otra parte, los diferentes métodos de transporte usan plataformas tecnológicas distintas lo que impide una buena coordinación.
El Big Data es un gran avance, pero debemos tener mucho cuidado con la protección de datos. Hay una gran preocupación a nivel legal de cómo se recopilan, almacenan y utilizan dichos datos por parte de la IA para mejorar la personalización en el uso que se da en las diferentes plataformas que forman parte de las Ciudades Inteligentes.
Otros problemas son: la escasez de personal cualificado como analistas de datos, ingenieros y expertos en movilidad urbana, y la inclusión digital para que nadie quede fuera de este sistema tan tecnológico.
Resumiendo, la IA junto al Big Data, tienen un gran potencial para convertir las ciudades en inteligentes, pero se necesita una infraestructura adecuada y moderna para integrar el transporte, energía, salud, etc., una gestión ética en cuanto al manejo de datos, un avance cultural y digital para formar a los ciudadanos con el objetivo de que comprendan, usen las tecnologías y modifiquen sus hábitos de gestión que están tan arraigados.
Conclusiones
Y, para finalizar, no olvidemos la desigualdad urbana. ¿Pueden aumentar la brecha ya existente entre los diferentes barrios?
Todo ello, invita a reflexionar: ¿Estamos realmente preparados para vivir en ciudades inteligentes? ¿Qué hábitos deberíamos cambiar para que la tecnología mejore nuestra calidad de vida?







