El liderazgo cuenta con distintas tipologías dependiendo de diferentes características, con sus pros y sus contras. Veamos algunos de los ejemplos más reconocidos y los principales rasgos distintivos de los tipos de liderazgo del ámbito empresarial.
Liderazgo participativo
Este tipo de liderazgo, también conocido como democrático, emplaza a la colaboración y participación activa de las personas que trabajan en las empresas a la hora de tomar decisiones.
Aunque entre sus virtudes está la mejora de la motivación y la creatividad, es cierto que desde la perspectiva de la operatividad puede ralentizar las tomas de decisiones y procesos.
Este tipo de liderazgo no implica necesariamente que no sean las personas que ejercen los puestos de liderazgo quienes tomen las decisiones finalmente, si bien a las ventajas de hacer copartícipes a la plantilla o el posible desarrollo de nuevas habilidades, también se puede añadir que potencia y fomenta el trabajo en equipo.
Liderazgo autocrático
El liderazgo autocrático o autoritario podría concebirse como el opuesto al anteriormente mencionado.
En este caso, se trata de un liderazgo en el que quienes ostentan esta posición son quienes toman las decisiones directamente.
Ofrece mayor agilidad y celeridad, algo que puede resultar de especial relevancia en situaciones de crisis.
Sin embargo, al reducir la participación de los equipos, puede acabar desembocando en menores grados de motivación o escasa cohesión, rasgos todos ellos que pueden generar climas laborales no favorables.
Liderazgo “dejar hacer”
Proveniente del francés laissez-faire, este tipo de liderazgo aboga por una escasa intervención de los líderes otorgándoles a los empleados un alto grado de autonomía.
Puede resultar interesante en equipos con rodaje, autónomos y experimentados, aunque puede flaquear sin una gestión adecuada generando -o al menos dando esa percepción- falta de dirección.
Liderazgo transformacional
A través de la promoción del desarrollo personal, la innovación o el compromiso, este tipo de liderazgo se adapta a las necesidades de aquellas organizaciones que busquen adaptarse y crecer.
Con la inspiración y motivación de los líderes para generar cambios positivos, cuenta con el contra de que puede no resultar el liderazgo más adecuado en contextos de alta presión.
Para numerosos autores se trata del tipo de liderazgo conveniente para entornos empresariales por su capacidad de estimulación, influencia o motivación.
Liderazgo transaccional
Opuesto al transformacional, el liderazgo transaccional se basa en un sistema de sanciones y recompensas a través de incentivos y consecuencias marcadas claramente.
Puede resultar efectivo para entornos repetitivos, rutinarios y estructurados, presentando la desventaja de que coarta la creatividad o la iniciativa.
Liderazgo situacional
Dependiendo de las necesidades que puedan existir, este tipo de liderazgo se va adaptando a las situaciones concretas.
Así pues, estamos ante formas de enfocar las tareas o manejar las situaciones que son cambiantes según se van dando las circunstancias.
Por su flexibilidad permite responder a diferentes retos, aunque para ello requiere capacidad de adaptación y análisis.
Liderazgo burocrático
Marcado por la rigidez, el liderazgo burocrático está cimentado sobre el cumplimiento estricto de las normas y los procedimientos.
Generalmente se da en entornos de alto riesgo, aunque limita cuestiones como la flexibilidad, la adaptabilidad, la motivación o la creatividad al ser excesivamente estricto.
Liderazgo carismático
Como se puede deducir por el nombre, el carisma del líder juega un papel fundamental en este tipo de liderazgo.
El tirón, las dotes comunicativas o su forma de gestionar equipos generan un magnetismo que puede ser motivador incrementando el entusiasmo y el compromiso.
Sin embargo, en su debe habría que situar que genera una excesiva dependencia de las acciones y decisiones del líder en el día a día de la organización.