Liderar con empatía y con sentido del humor

No me considero una experta en liderazgo ni mucho menos. No vengo a contaros frases típicas ni teorías que habréis leído mil veces, para eso están los instruidos del tema. Pero después de estos 5 años en Telefónica, primero como jefe de proyecto en desarrollo de servicios y ahora como jefe de producto en marketing para empresas, sí que puedo decir que he vivido muchas experiencias que me han cambiado mi forma de trabajar… y porque no…de liderar.

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Beatriz Alba Toledo Seguir

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Mi experiencia

Aquí os dejo algunas historias y aprendizajes que, con el tiempo, me han hecho mejor profesional y creo que también mejor compañera. 

No hace falta tener todas las respuestas

Cuando empecé como jefe de proyecto, como en cualquier otro comienzo, no tenía mucha experiencia ni conocimientos sobre la forma en que se definían y desarrollaban los proyectos dentro de la empresa, por lo que en la mayoría de las reuniones no me enteraba de absolutamente nada. Sin embargo, sentía una presión constante por tener siempre que determinar una solución. Como si por el hecho de llevar ese “jefe de” o “responsable del desarrollo” tuviera que saberlo todo. Y no, ¡es un gran error pensar así! De hecho, los mejores momentos dentro del equipo llegaron cuando dejé de intentar aparentar seguridad y empecé a preguntar más, a escuchar a todos los miembros del equipo. Cuando comencé a preguntar y a cambiar el miedo y la vergüenza que me paralizaban, por “no lo sé, pero lo intentamos encontrar juntos”, empecé a ganar respeto y poco a poco todo empezó a fluir mucho mejor. 

Dirigir no es lo mismo que liderar

Seguramente os suene a cliché, lo sé, pero en mi caso fue un cambio real. Hace dos años nos encontrábamos llevando a cabo un proyecto, de esos que son especialmente complicados, primero por la cantidad de áreas involucradas, segundo porque tenía una fecha límite casi imposible de cumplir y por último una presión que no cabe en un Excel, en ese momento de agobio total, viendo al equipo al igual que yo, angustiado, me di cuenta de que mi rol no solo era coordinar tareas sino también sostener emocionalmente al equipo. Liderar también es estar disponible, ver si algún compañero necesita espacio, a veces sólo basta con tomarte un café con alguien y escucharle sin buscar una solución inmediata. Entender por qué ha dado esa respuesta, que en la mayoría de los casos hay una causa real detrás.  

Deja las pantallas y crea vínculos

Vosotros diréis que tendrá que ver las pantallas con liderar, pues en este mundo tan “online” que vivimos en el cual la mayoría de las veces no conoces físicamente a tu interlocutor, crear vínculos dentro de un equipo de trabajo es difícil, porque los seres humanos por muy digitalizados que estemos, somos seres sociales y necesitamos la cercanía. Y eso fue precisamente lo que aprendí con esta anécdota. Nos encontrábamos trabajando en un proyecto que al igual que el anterior era muy complejo, porque a pesar de que era un proyecto innovador, también al no tener ninguna referencia había bastante incertidumbre. Recuerdo las reuniones que no nos llevaban a ningún sitio, no había entendimiento desde ninguna parte y cuando ya empezaba a frustrarme se me ocurrió convocar una reunión presencial, todos estuvieron de acuerdo, y como por arte de magia, de aquella reunión surgieron ideas muy valiosas que nos ayudaron a ver la luz al final del túnel. Creo que el contacto cercano ayudó a limar asperezas y a entendernos mejor, una vez más, empatizar y ver lo que el equipo necesita es fundamental para liderar personas. 

Delegar de verdad (aunque cueste)

Creo que esto fue lo que más trabajo me costó entender, al inicio lo quería hacer todo yo, recuerdo que en cada reunión quería poder dar las respuestas, respuestas que en la mayoría de los casos no tenía porque no era experta del tema (para eso está el equipo), quería revisarlo todo, que todo pasara por mí y sentía que si no estaba yo al tanto no salía nada adelante. Pero qué equivocada estaba, me costó soltar lo reconozco, pero eso no era escalable ni para el proyecto ni para mi salud mental, por lo que empecé a confiar más en el “team” y la verdad que todo funcionó. Aprendí que liderar no es estar en el centro, sino hacer que todo funcione incluso cuando tú no estás.

Una sonrisa siempre ayuda 

Otro tópico, es cierto, pero cuando intentas llevar las conversaciones siempre con buen sentido del humor, incluso realizar algún chiste en momentos de tensión ayuda a crear lazos sólidos, los compañeros te lo agradecen y el ambiente se torna más agradable. Recuerdo en una ocasión que entramos a una reunión, de esas que casi siempre están reservadas en horarios inoportunos, entramos todos, alrededor de 10 personas, ninguno sabía de qué iba la reunión. De pronto alguien preguntó si era del proyecto XXX, otro pensaba que era del bloque funcional 2. Al final nos dimos cuenta de que era una reunión arrastrada de otro proyecto y que no hacía falta, comenzamos a reírnos todos. Y es que a veces liderar es también ser el primero en decir ¿y si esto no hace falta? Y reírnos todos sin culpa. Porque cuando el equipo se ríe contigo no solo trabaja mejor, sino que también confía más. 

Liderar es aprender: mis conclusiones

Para mí, liderar es saber estar, ayudar al equipo con atención y empatía, y no se trata de brillar tú y tener el protagonismo sino hacer brillar al equipo, olvidarnos del ego y enfocarnos en lo que realmente importa. He tenido la suerte de aprender todo esto en Telefónica, viviéndolo día a día. Y sigo aprendiendo, porque liderar también es seguir aprendiendo.

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