Ingeniería del autoconocimiento

A veces basta con cambiar el punto de vista para empezar a entendernos mejor. Un avión, unas vacaciones, una conversación pendiente, o incluso un proyecto nuevo en el trabajo pueden ser excusas perfectas para parar, mirar hacia adentro y redescubrirnos. Esta es una reflexión personal sobre el cambio de perspectiva, la autenticidad y el crecimiento, tanto personal como profesional.

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Laura Isabel Pais Seguir

Tiempo de lectura: 3 min

Un día diferente

Hoy es un buen día. Subo a un avión lleno de desconocidos para encontrarme con una amiga a la que echo muchísimo de menos. Me encanta esa sensación cuando el avión acelera y se inclina para despegar. Ese empuje me relaja. Hasta podría dormirme si todo el vuelo fuera así.

Desde el aire todo cambia. Abajo veo casas, coches, calles llenas de gente… y ruido. Mucho ruido que a veces desvía del objetivo. Pero desde arriba, todo se ve distinto: mucha tierra, agua, espacio. En Pamplona echo de menos el mar. La perspectiva cambia según desde dónde mires.

Ver con otros ojos

Así pasa con todo. Lo que de cerca agobia, desde la distancia se difumina. Las noticias que sacuden, las dudas, los miedos que tambalean nuestro centro de gravedad… ¿Será que al cambiar mi manera de mirar estoy recuperando mi espacio? ¿O necesito subirme a un avión para sentirme mejor?

Mirada interna y crecimiento personal

En lo profesional, también noto que tengo más margen para observarme: cómo me comporto ante las dificultades, cómo me relaciono con los demás, cómo reacciono a lo positivo. Y me hace gracia pensarlo, porque hacía tiempo que no veía tantas cosas buenas.

Hace unos meses escribí que venían cambios. Y han sido buenos. Eso ahora incluso me da miedo. Pero sonrío: sé que mi versión más miedosa nunca gana batallas. Tomar decisiones difíciles es lo mío. Caminar sobre terreno inestable también.

Sin adornos: autenticidad

No quiero adornos en los discursos. Ni de presidentes, ni de periodistas, ni de gurús. Quiero gente auténtica. No pasa nada si alguien prefiere una vida fácil, pero al menos, que sea real.

Yo soy del equipo que quiere sentir cada obstáculo. Si tengo que hacer una oferta de un producto que no conozco, me meto en el SharePoint de ingeniería, investigo en Salesforce, pregunto a los expertos del equipo. Me ilusiona pensar en cómo herramientas como IngenIA nos ayudarán en el futuro: introducir los datos y obtener descripciones detalladas, adaptadas a cada cliente.

Además, me alegra saber que soy embajadora de esa innovación. Gracias por adelantado a Jesús Gómez Machí por su paciencia y apoyo en este proceso.

Hablar, exponerse y crecer

Cuando me toca compartir ideas ante el equipo o dar una opinión que, aunque parezca pequeña, puede marcar la diferencia, saco valor de donde ni sabía que lo tenía. Intento que no se me note el nerviosismo.

Y si el camino se queda sin piedras, sé que me aburriré y buscaré otro. Este viaje me recuerda quién soy de verdad. Ya puedo bajar del avión y seguir caminando.

Para terminar: algunas preguntas

  • ¿Y tú, cómo te conoces a ti mismo?
  • ¿Qué pruebas te pones para ganar perspectiva?
  • ¿Qué te ayuda a respirar, tomar aire y saltar al siguiente escalón laboral?
  • ¿Te cuesta encontrar gente auténtica?

Yo, mientras tanto, voy a por otra piedra. Ya decidiré si la salto o la rodeo.

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