Las 4Ps
- Producto: Tú. Es el elemento indispensable para crear una estrategia. Es aquel producto o servicio que ofrece una empresa para satisfacer las necesidades de un cliente. En el contexto de relaciones personales, el producto eres tú. Debes mostrar tus mejores cualidades. Al igual que como un producto debe resultar atractivo, tú debes resaltar qué eres auténtico.
- Precio: Es el importe que el consumidor debe pagar por adquirir tu producto. Si seguimos con nuestro ejemplo del conquistador de corazones, bien podrían ser el tiempo y esfuerzo que inviertes en la relación para demostrar que eres la pareja idónea.
- Punto de Venta: Es el medio por el que el producto llega hasta el cliente. Ya sea una tienda física, e-commerce, Marketplace… Es interesante conocer la ubicación y hábitos de consumo de tu público objetivo para determinar el punto de venta más adecuado. Por ello, en la conquista de esa persona, debes determinar qué medio es el adecuado para darte a conocer, tal vez sea más de quedar a tomar un café, o más virtual como conversar en chats y en las distancias largas, ¡sea más acertada una videollamada que enviar una carta!
- Promoción: Es la forma en que damos a conocer nuestro producto. Podemos utilizar tanto métodos offline o convencionales (radio, televisión, prensa, vallas publicitarias…) como métodos online (redes sociales, e-mail, banners…) Es necesario, conocer las preferencias de nuestro público objetivo, para determinar qué canales utilizar. Impactar es necesario. En nuestra conquista, la comunicación es vital, no sólo por lo que dices, sino cómo lo dices. Recuerda que el objetivo es impactar en la otra persona.
Ahora bien, así como el mundo va evolucionando, el comportamiento del consumidor también y, por ende, las estrategias de marketing deben adaptarse a estos cambios. Si en el pasado, teníamos como foco el Producto, con la llegada de las nuevas tecnologías nos hemos visto obligados a centrarnos en el cliente, dando paso a modelos de marketing mix que sustituyen a las 4Ps por 4Cs, centrado íntegramente en el cliente (consumidor, comunicación, coste y conveniencia) y aún, evolucionamos un poco más, hacia las 4Es, en el que se considera indispensable la satisfacción del cliente (experiencia, evangelización, intercambio y omnipresencia). Veámoslo en detalle:
- Experiencia: Corresponde al interés creciente de las empresas en ofrecer experiencias de consumo exclusivas. Estas experiencias puede que nos diferencie de la competencia. En las relaciones personales, cada interacción debe ser memorable y positiva. Crear momentos especiales fortalece la conexión emocional.
- Intercambio (Exchange): Las empresas deben sacar el mayor rendimiento de sus ventas, pero de modo que también convenzan a los consumidores de que gastaron correctamente su dinero.
Por ello, ya no hablamos de precio, sino de intercambio: aquello que ambas partes ganan en una relación comercial. Las organizaciones obtienen ganancias y los usuarios un beneficio.
Estas ganancias no siempre se centran en un aumento de las ventas. Podemos tener otros fines como obtener más seguidores en redes sociales, conseguir una buena nota de calidad, fidelizar al cliente…
En las relaciones personales, pasa exactamente igual. No buscamos un beneficio económico, sino escuchar y satisfacer las necesidades de ambas partes para construir una relación sólida.
Omnipresencia (Everyplace): Traspasamos fronteras desde que existe la posibilidad de venta online. El consumidor ya no tiene que desplazarse a la tienda física para adquirir su producto. La tendencia a comprar online y recibir a domicilio está en auge y por tanto las empresas deben aplicar la omnicanalidad vendiendo por internet, redes sociales, Marketplace…
En las relaciones personales, la disponibilidad de poder contactar, no sólo presencialmente, facilita la comunicación y refuerza el vínculo.
Evangelización: Antiguamente llamado “promoción de ofertas” pero que en la actualidad se refuerza con conseguir la motivación del cliente a la compra, incrementar su interés y compromiso con tu marca. Para ello, se suele hacer partícipe al cliente en el proceso de compra para su propio convencimiento de que es está adquiriendo el mejor producto para satisfacer sus necesidades, y como colofón, se convertirá en embajador de tu marca.
En el proceso de enamoramiento, el otro debe convencerse que eres la persona correcta para ella y despertará una serie de emociones y sentimientos que hará que lo crea a pies juntillas.
Esta evolución de creación de estrategias de marketing no es más que el resultado a la transformación del mercado y la forma en que consumen y demandan los clientes.
En el caso que nos ocupa, enamorar a una persona es fundamental tener en cuenta las necesidades de la otra persona, para que guste tu producto, es decir, tú, conociendo los gustos de esa persona y ofreciendo experiencias memorables que resuenen con ellos. ¡Por lo menos en la conquista!