Cuando la accesibilidad se convierte en estrategia de producto

Este artículo plantea la accesibilidad no como un requisito técnico ni un gesto ético, sino como una capacidad estratégica del producto. A partir de su experiencia en diseño de entornos digitales (TV, app y web), la autora expone cómo la inclusión mejora la calidad, adaptabilidad e innovación de los servicios, siempre que esté integrada desde el inicio como parte del proceso y no como una corrección final. El texto aborda desde el rol de los accessibility champion hasta el impacto de la automatización y las tecnologías asistivas, aportando una visión práctica y transversal.

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Irene Ferrer Seguir

Tiempo de lectura: 6 min

La accesibilidad no es una función técnica ni un gesto ético: es una capacidad estratégica de nuestros productos y como toda capacidad, debe sostenerse desde dentro, con estructura, visión y responsabilidad compartida. Un producto accesible es más adaptable, más robusto, más preparado para escenarios reales y usuarios diversos.

El reto ya no es técnico, las herramientas existen, los estándares están claros, pero estamos en un punto en el que necesitamos dar un paso adelante y no solo ‘cumplir’, las recomendaciones del W3C y las recientes actualizaciones de la directiva europea ya no hablan solo de cumplimiento técnico, sino de construir entornos más resilientes y universales desde el diseño. De igual manera las WCAG están evolucionando como no hacia esa dirección, podemos ver en el borrador de WCAG 3.0 que esta especialmente diseñado para crear experiencias inclusivas más allá de una lista de criterios de cumplimiento.

Esto posiciona al mercado en un verdadero cambio de paradigma que requiere un planteamiento estratégico para poder estar a la altura. ¿Estamos diseñando productos que se adaptan a las personas, o seguimos esperando que las personas se adapten a lo que diseñamos?

-La accesibilidad no se delega, se comparte. No se limita a eliminar barreras, sino que activa capacidades reales dentro del producto, del equipo y del servicio.-

De buenas intenciones a marcos reales de trabajo

La accesibilidad no es una capa final, ni una auditoría externa: es una dirección estratégica. Cuando se trabaja desde la corrección y no desde el diseño, se pierde el potencial transformador que tiene la inclusión desde el inicio.

Integrar la accesibilidad en los frameworks de diseño y desarrollo no es solo una cuestión técnica. No se trata de una decisión exclusiva del diseño, sino de una dirección compartida que debe estar embebida en todo el proceso. Es aquí donde el rol del Accessibility Champion cobra relevancia. Una figura que acompaña,impulsa, forma e inspira. No se trata de imponer reglas, sino de cultivar una sensibilidad compartida. Este perfil no solo detecta barreras, también hace visibles las oportunidades, provoca conversaciones que a veces se evitan y construye puentes entre disciplinas que suelen trabajar por separado.

No sustituye a nadie, pero conecta a todos. Su papel es transversal, ayuda a que la accesibilidad no dependa del entusiasmo individual, sino que se mantenga viva y consistente dentro de una estructura que la respalde. Cuando existe esa figura, los procesos se vuelven más coherentes, las decisiones más meditadas y las soluciones más humanas. Pero para que esto funcione, no basta con tener a una persona impulsando, hace falta crear un marco de trabajo end to end.

  1. Voces. Esto implica trazar un mapa claro de stakeholders, identificar quién debe estar implicado y cuándo, y diseñar cómo se comunica cada paso del proceso. Porque si hay algo que sostiene la accesibilidad es la comunicación: comunicar entre equipos, comunicar decisiones, comunicar con propósito.
  2. Autosuficiencia. Dotar a los equipos de herramientas, lenguaje compartido y espacios para coordinarse no es opcional, es la base para que la accesibilidad deje de depender del entusiasmo y empiece a formar parte de cómo se construyen los productos.
  3. Automatización.  Aquí entra otro pilar, la automatización y la tecnología. Hay una innovación silenciosa, entre bastidores, que puede transformar los flujos de trabajo si sabemos integrarla bien. Automatizar validaciones de accesibilidad, etiquetado semántico, estructura vocal o contraste desde las fases iniciales del diseño no solo ahorra tiempo, sino que refuerza la coherencia.

Cuando el cumplimiento no es suficiente

Cumplir con las WCAG puede ser un buen inicio, pero no garantiza una buena experiencia. Un botón mal etiquetado pero “válido” no es útil. Un menú que supera una auditoría automática pero que no tiene sentido al escucharlo con un lector de pantalla, tampoco. Es como entregar un manual incompleto: está, pero no ayuda.

El diseño accesible debe ser coherente, no sólo conforme. Coherente con los flujos reales de uso, con las acciones que las personas realizan, con lo que se espera de una interfaz que acompaña.

Caso real: diseñar para ser escuchado

Uno de los primeros pasos que dimos en televisión fue identificar los flujos más usados y priorizarlos. Al diseñar para lectores de pantalla, entendimos que detrás de cada navegación hay una estructura: etiquetas, roles y jerarquía, sí, pero también contexto y lógica. Y esa lógica no empieza en un botón, empieza en el recorrido completo.

Mapear los journeys con el mismo criterio con el que priorizamos cualquier funcionalidad nos permitió diseñar experiencias completas. Experiencias que guían, acompañan y hablan con sentido. No se trata de añadir atributos técnicos: se trata de construir narrativas vocales claras desde el inicio.

Esta conclusión nos llevó a crear nuestra primera guía de estilo vocal accesible.

Una guía que hoy forma parte del sistema de diseño y que complementa el apartado de UX writing. Porque cuando no hay estímulo visual, el contenido debe guiarse por estructuras lógicas y etiquetas bien pensadas. Es lo que definimos como “la guía de estilo vocal accesible: una guía que pone claridad, consistencia, estilo e inclusividad.

Diseñar para todos no ralentiza, potencia

  • Accesibilidad e innovación van de la mano. En lugar de ver la accesibilidad como un freno, deberíamos verla como una oportunidad para innovar. ¿Qué pasaría si usamos inteligencia artificial para adaptar interfaces en tiempo real según las preferencias y necesidades de cada persona? ¿Y si los productos aprendieran de los distintos modos de navegación para ofrecer recorridos más directos, más flexibles y más humanos?
  • Los asistentes de voz ya apuntan en esa dirección. Han transformado la forma en la que muchas personas interactúan con los servicios digitales, especialmente en situaciones en las que el uso de la pantalla o el tacto no es la opción principal. Solicitar contenido, controlar la navegación o realizar búsquedas mediante la voz empezó como una funcionalidad de accesibilidad, y hoy beneficia a una amplia diversidad de personas.

La accesibilidad puede ser el motor de nuevas formas de interacción más adaptables, inclusivas y eficientes.

Diseñar para todos es diseñar mejor

La accesibilidad no es una validación, es una forma de pensar que parte de la diversidad real.

Diseñar con está visión, no es hacer versiones específicas, es construir productos más sólidos desde el inicio. La inclusión empieza cuando dejamos de diseñar para un perfil promedio y empezamos a tener en cuenta distintas formas de navegar, comprender e interactuar. Cuando esto sucede, los productos no solo son accesibles: funcionan mejor para todas las personas.

Cuando dejamos de verla como cumplimiento y la integramos como parte natural del proceso, la accesibilidad se convierte en una ventaja estructural: reduce fricciones, amplía el alcance y refuerza la solidez del producto.

Es, en definitiva, una forma de diseñar con más criterio, más responsabilidad y más impacto.

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