Europa se encuentra en un momento decisivo para su futuro digital. La conectividad entra en una nueva etapa. Lo que antes era una cadena de valor lineal, liderada por los operadores de telecomunicaciones, se ha convertido en una red interdependiente de actores y tecnologías, impulsada por la innovación constante.
Esta transformación está impulsada por un profundo cambio tecnológico, en el que las redes de alta capacidad, como la fibra y el 5G, se combinan con la inteligencia artificial, la computación en la nube y en el edge, los cables submarinos, los satélites de órbita baja y las arquitecturas en la nube.
En este nuevo entorno, las telecomunicaciones no son solo infraestructura, se consolidan como la plataforma sobre la que se apoya la innovación digital. La conectividad se convierte en un habilitador estratégico que permite a las empresas tecnológicas desplegar servicios avanzados, seguros y en tiempo real. Asimismo, permite a Europa avanzar hacia una economía más competitiva, resiliente y autónoma. Sin embargo, esta evolución pone de manifiesto desequilibrios estructurales. Aunque todos los actores se benefician de la infraestructura subyacente, no todos operan bajo las mismas reglas.
La conectividad del futuro exige una visión más amplia, las fronteras entre redes, servicios e infraestructuras se difuminan, y los servicios de conectividad se enriquecen con nuevas capas tecnológicas.

Por ello, Telefónica propone una hoja de ruta para reforzar el papel estratégico de las telecomunicaciones como motor de inversión, competitividad e innovación y como pilar esencial para garantizar la autonomía digital en Europa.


