Las conclusiones del congreso «Construyendo juntos el mundo digital que nuestros menores merecen» organizado por Fundación Telefónica este año resaltan una realidad importante: la tecnología forma parte esencial de la vida de nuestros hijos, pero su uso debe ser guiado con responsabilidad. Se subrayó la importancia de encontrar un balance entre la vida digital y la offline, así como el papel crucial de las familias en la educación digital.
Uno de los mayores retos, y el que más conflictos genera, es el tiempo frente a la pantalla. Los expertos del congreso advirtieron sobre los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos, como aumento en los niveles de ansiedad, depresión y dificultades para regular las emociones, dificultades para concentrarse y trastornos del sueño. Como madre, me esfuerzo por establecer límites claros y promover hábitos saludables que equilibren el uso del móvil con otras actividades familiares. Debo admitir que no siempre lo consigo; es difícil aceptar que tu hija prefiere su “conexión digital” a “desconectar” en familia, pero yo no me rindo.
Otra preocupación significativa es el impacto de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes. Se discutió cómo la exposición a imágenes y contenidos retocados e irreales pueden provocar ansiedad, baja autoestima y presión social. La clave aquí es no entrar en pánico, aunque hay muchos temores (leemos mucho sobre los peligros, el ciberacoso, el acceso cada vez más jóvenes a la pornografía, las adicciones a internet y a las redes…) y es imposible controlar todo, es fundamentalmente estar presentes y accesibles cuando ellos deseen hablar. Este es otro desafío: comunicarte con una hija adolescente que en mi caso es además muy introvertida. Estoy en ello, intentando escucharla más, aprendiendo a leer entre líneas y animándola a reflexionar sobre lo que ve online, enseñándole a diferenciar entre la realidad y las imágenes idealizadas que consume en las redes.
A partir de las conclusiones de los expertos, me quedo con algunas recomendaciones importantes:
- Diálogo y confianza: Fomentar conversaciones sobre el uso responsable de la tecnología, escuchando su opinión y argumentos, interesándome por lo que mi hija hace en línea y asegurándole que puede acudir a mí ante cualquier problema.
- Establecimiento de normas claras y límites: Definir juntas horarios para el uso de los dispositivos y momentos libres de pantallas (las comidas y antes de dormir son sagrados, también lo es respetar los ratos en familia).
- Educación en seguridad digital: Aprender juntas sobre privacidad online y los riesgos de compartir información personal. En mi caso me ha ayudado mucho participar en las iniciativas de educación y sensibilización sobre buenos hábitos digitales para padres y adolescentes que me ofrece Fundación Telefónica.
- Fomento de actividades fuera de la pantalla: Proponer planes en familia libres de pantallas. A nosotros nos gusta mucho salir a la montaña y allí solo se utiliza el móvil para seguir la ruta y tomar fotos del paisaje.
- Autocontrol y ejemplo: Reconocer mi propio uso de la tecnología y esforzarme por adoptar hábitos saludables. Confieso que no siempre soy un buen ejemplo, trabajo con redes sociales y me cuesta desconectar.
No se trata de demonizar la tecnología, sino de acompañar a nuestros hijos en su travesía digital, asegurarnos de que estén seguros y felices, y guiarlos con cariño, comunicación y conciencia. No es fácil ¡pero estamos en ello!