IoT: ¿Cómo es la tecnología que conecta a los objetos con el espacio digital?

¿Sabías que tus zapatillas se pueden conectar a Internet? Esto que parece tan revolucionario, seguro que ya lo habrás oído ya que se está convirtiendo en algo cada vez más cotidiano gracias al Internet de las Cosas, -IoT-, y al desarrollo de la tecnología. Todo puede conectarse y formar parte de Internet.

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¿Sabías que tus zapatillas se pueden conectar a Internet? Esto que parece tan revolucionario, seguro que ya lo habrás oído ya que se está convirtiendo en algo cada vez más cotidiano gracias al Internet de las Cosas, -IoT-, y al desarrollo de la tecnología. Todo puede conectarse y formar parte de Internet.

El término Internet de las Cosas (Internet of the Things) apareció en 2009 y define la capacidad que tienen los objetos de conectarse a la red, y de comunicarse sin interacción humana, entre ellos mismos (M2M) y con las personas. Son dispositivos cuya primera finalidad no es la de estar conectados como un smartphone, una tablet o un ordenador, pero gracias las conexiones inalámbricas, vía WIFI o bluetooth, pueden emitir y recibir datos.

Actualmente, el IoT conecta millones de objetos y de cumplirse las previsiones, el número de dispositivos conectados podría superar la barrera de los 50.000 millones en el año 2030 (según Statista).

Existen dos ámbitos de objetos conectados. El primero se centra en el del consumo como electrodomésticos, coches conectados o relojes smartwatch. En este grupo también se encuentran juguetes, ropa y calzado, y otros dispositivos o artículos relacionados con el mundo de la salud y la aparatología médica como monitores, máquinas de rayos X y desfibriladores.

El otro está más enfocado a la industria y la empresa, proporciona conectividad a la producción industrial, la construcción o a las explotaciones agrarias y ganaderas, entre otras, a través de sistemas de riego, robótica y sensores industriales que permiten realizar un mantenimiento predictivo y en remoto, entre muchas otras aplicaciones.

Conectando cosas

Que los objetos físicos se conecten en el espacio digital depende del desarrollo y aplicación de las TIC que permiten, por un lado, que aquello que se conecta emita información y por otro que esos datos puedan ser almacenados, procesados y utilizados en la toma de decisiones. Incluso dichas decisiones puedan estar automatizadas.

Uno de los pilares del IoT está en el acceso a una red potente, de alta velocidad y baja latencia que resista el intercambio de miles de millones de datos. La expansión del 5G va a facilitar aún más el auge de la conectividad. En este sentido Telefónica cerraba 2020 superando sus objetivos de despliegue de 5G en España, con una cobertura que llega al 76% de la población en España.

Todos esos datos se recogen en plataformas de Cloud Computing que aportan la infraestructura necesaria para su gestión y posterior análisis en tiempo real, gracias a la aplicación de Big Data que permite dar valor a esos datos y detectar tendencias y patrones. Esa analítica del dato va muy unida especialmente a la Inteligencia Artificial por el potencial que tiene a la hora de predecir riesgos, y a otras tecnologías como Machine Learning, aportando un enfoque marcadamente industrial.

Los primeros pasos

En la actualidad el IoT convierte cualquier objeto en algo inteligente, añadiéndole la etiqueta smart. Pero esto no ha surgido espontáneamente y de manera reciente Alan Turing, en 1950, ya hablaba de la necesidad de desarrollar en los dispositivos sensores capacidades de comunicarse entre ellos.

Turing no pudo ver realizado este pensamiento visionario puesto que el origen de Internet nació años más tarde, en 1967 con la creación de ARPANET, la primera red de ordenadores diseñada por el Departamento de Defensa de EEUU. Y no fue hasta 1969 cuando se envió y recibió el primer mensaje a través de esta red. Con esta base, en los años 70, el Departamento de Computer Science del Carnegie Mellon conectó una máquina de refrescos a un servidor de ARPANET que permitía comprobar si había refrescos, y si estos estaban fríos.

En 1990, Jhon Romkey y Simon Hackett conseguían conectar el primer objeto a Internet a través de un protocolo TCP/IP. Era una tostadora que permitía a cualquier ordenador conectado a la web controlar su encendido, apagado y tiempo de “tostado”. Sin embargo, necesitaba de la interacción humana.

A partir de entonces, el avance tecnológico ha ido dando pequeños pasos. Primero con el Proyecto Xcoffee, en 1993, en el que un grupo de estudiantes de la Universidad de Cambridge consiguió conectar por primera vez una cámara online para monitorizar si había café en las máquinas del departamento. Después en 1994 aparecía la primera cámara portátil conectada y en el año 2000 el primer frigorífico. A partir de ese momento, esta tecnología se convirtió en tendencia, haciendo olvidar al mundo entero el temido Y2K (efecto 2000).

Desde entonces hasta ahora, el futuro del IoT ha crecido al ritmo del desarrollo de las TICs, favoreciendo el desarrollo de otras tecnologías y ofreciendo nuevas oportunidades para mejorar la vida de las personas. Y ahora, ¿qué sería capaz de hacer un visionarios como Alan Turing?


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