¿Por qué se cae la nube?
Aunque los grandes proveedores como Amazon, Microsoft, Google, Oracle, Huawei, Telefonica Tech incluído presumen de disponibilidad “casi del 100%”, la realidad es que ningún sistema es infalible. Las causas más comunes incluyen:
- Errores humanos: Una mala configuración en un despliegue puede tumbar regiones enteras.
- Fallos de hardware: Discos, routers o sistemas de refrigeración que fallan.
- Problemas de red: Cortes en cables submarinos o fallos en DNS.
- Actualizaciones defectuosas: Un parche mal probado puede provocar un efecto dominó.
- Problemas con DNS: Una mala configuración en un DNS puede afectar a muchos servicios que dependen de ese DNS.
El 20 de octubre de 2025 por ejemplo, AWS sufrió una caída masiva en una de sus zonas de disponibilidad que terrminó siendo global que afectó a servicios como de medio mundo o casi del mundo entero, no solo a empresas en Norte América, también fueron afectadas empresas europeas y servicios tales como bancos, consultoras e incluso dispositivos domésticos conectados como aspiradoras inteligentes. Este fallo se debió a un problema en sus DNS de la zona us-east-1, la zona principal de AWS y, aunque no tenemos información más detallada, todo apunta a que fue por una de las causas comentadas anteriormente. El resto de los proveedores tampoco se libran: Azure en 2023 tuvo un fallo en su sistema de autenticación dejó a millones de usuarios sin acceso a Microsoft 365. Google Cloud también ha tenido fallos en su infraestructura, que han paralizaron varias veces servicios como Gmail y YouTube.
Impacto en empresas: cuando el negocio se detiene
Para una gran empresa, una caída en la nube no es solo un inconveniente: es dinero que se evapora. Imagina un e-commerce global que no puede procesar pedidos durante dos horas en plena campaña de Black Friday. Las pérdidas pueden ascender a millones.
Además, hay un efecto reputacional: los clientes no entienden de “fallos en la nube”, solo ven que tu servicio no función, además si dependes de un único proveedor, el riesgo se multiplica.
Impacto en usuarios domésticos: la nube también te afecta
Es muy probable que un usuario doméstico, entre los que me incluyo, piense: “Si se cae la nube solo pierdo acceso a mis fotos por un rato”. Pero la dependencia es mucho mayor. Hoy, por ejemplo, todos tenemos algún que otro dispositivo con IoT o asistentes virtuales, consolas de videojuegos y hasta electrodomésticos dependen de la nube. ¿Qué pasa si tu cerradura inteligente no abre porque el servicio está caído? ¿O si tu música, películas y documentos están inaccesibles justo cuando los necesitas?, incluso el acceso a tu coche o peor aún, ¿qué pasa si estás conduciendo y tu coche conectado se queda bloqueado o con la pantalla en negro…?
¿Por qué los grandes proveedores no son infalibles?
Los gigantes de la nube invierten miles de millones en redundancia, pero la complejidad es su talón de Aquiles. Cada capa de abstracción, cada servicio interconectado, añade puntos de fallo. Y cuando algo falla, el impacto es global.
Además, la concentración del mercado en pocos actores crea un riesgo sistémico: si AWS o Azure tienen un problema grave, medio Internet tiembla.
Debajo de esa capa de aplicaciones que ofrece la nube, cualquiera de ellas, hay elementos de hardware como servidores físicos, cables de red, discos duros, memorias, fuentes de alimentación, placas base, etc. que pueden fallar en cualquier momento o, simplemente, que hay que cambiar porque han llegado al final de su vida útil y este tipo de cambios conlleva ciertos riesgos que, aunque los proveedores de nube tienen muy identificados y controlados, hemos visto que acaban afectando a la disponibilidad de los servicios.
Recomendaciones prácticas
Para empresas
- Diseñar la tolerancia al fallo: Asumir que la nube se puede caer y preparar la arquitectura para aguantar cierto nivel de fallo.
- Desplegar en multicloud o en híbrido: No poner “todos los huevos en la misma cesta”. Combinar varios proveedores o mantener sistemas críticos en infraestructura on-premise (donde podemos tener mayor control y menos impacto).
- Crear planes de contingencia: Definir protocolos claros para incidentes graves. ¿Cómo comunicarás a tus clientes? ¿Qué procesos manuales puedes activar?
- Pruebas periódicas: Realizar periódicamente simulacros de caídas para comprobar la tolerancia al fallo y la resiliencia del sistema.
Todas estas recomendaciones, que parecen de Perogrullo, implican una mayor inversión, coste o gasto y no son sencillas de implementar, pero no por ello deberían dejarse de tener en cuenta.
Para usuarios domésticos
- Copias de seguridad locales: No depender solo de la nube para los documentos personales.
- Servicios alternativos: Tener opciones offline para música, películas o documentos importantes.
- Evita la “hiperconexión”: Considerar dispositivos con modos offline, buscar la sencillez en los aparatos cotidianos tales como electrodomésticos e incluso los automóviles
En resumen
La nube ha transformado la forma en que trabajamos y vivimos, pero no es mágica ni infalible. Cada interrupción nos recuerda que la resiliencia no es opcional, tanto para empresas como para usuarios. La pregunta no es si la nube volverá a caerse, sino cuándo… y cómo de preparados estamos para la siguiente caída.







